Alberto Nuñez Seoane

445.568

Tierra de nadie

11 de noviembre 2013 - 01:00

EL pasado sábado recibí uno de esos correos que circulan por la Red, que te llaman la atención y te invitan a leerlos, no son muchos, pero, de vez en cuando, aparece uno que te facilita información concreta sobre asuntos de los que todos hablamos sin conocer en profundidad los datos que los sustentan.

Se trata, una vez más, de la clase política y, se trata, una vez más, de un despropósito de los miles que salpican un océano infestado de ellos. Un océano en el que nos hundiremos, sin remedio, si no ponemos coto a tanto disparate, si no fulminamos la insensatez que "soporta" la pésima, obscena y nefasta gestión de los recursos públicos; si no somos conscientes y capaces de destrozar, de manera irrevocable, el perverso y prostituido círculo vicioso en el que nos quieren obligar, con un cinismos escalofriante, a seguir malvivir y soportando la explotación en nuestros trabajos, el saqueo del erario de todos y la usurpación torticera de nuestro derecho a una auténtica democracia y a la libertad que debiera sustentarla.

Resulta que en España, son datos de 2011, hay cuatrocientos cuarenta y cinco mil quinientos sesenta y ocho cargos políticos -directos o indirectos- que, de un modo u otro, cobran del dinero público. No cuento a los funcionarios, ni a los militares, ni a los policías, ni a los bomberos; trabajadores, donde los haya, que se ganan su sueldo muy honestamente y nada tienen que ver con esta historia. ¡445.568!, para que puedan tener una referencia, el doble que el segundo país de la Unión Europea con más políticos, Italia, y 300.000 más que Alemania, que cuenta con el doble de habitantes que España.

Sabemos en qué condiciones dejaron el país Zapatero, sus ministros y los que aun siguen dándonos la brasa -léase: Rubalcaba, Valenciano, Chacón, Chaves, Griñán, Pachi López, y compañía- para tratar de volver a engañarnos con soluciones que nunca van a poner en práctica. Sabemos que nos hundieron en la miseria, que despilfarraron nuestro dinero, que fueron gobernantes indignos de la responsabilidad que ostentaron… pero vemos, también ahora, como el Gobierno de Rajoy, que nos sube los impuestos hasta lo insoportable, que nos quita prestaciones sociales, que nos recorta pensiones, jubilaciones, ayudas e inversiones; en lugar de comenzara por ajustar radicalmente el gasto público, de eliminar sanguijuelas improductivas, de fumigar chupópteros, de sanear heridas podridas, de desinfectar chupa subvenciones a granel y, vamos, de reducir los 445.568 a la mitad; maquilla la cirugía cargando sobre hombros que ya no pueden más, el grueso del sacrificio al que nos han obligado los parásitos de turno. ¡Así, no!

De verdad que no comprendo ese "temor" a meter la tijera donde hay que meterla. Los que votamos al PP en las últimas "Generales" y celebramos su mayoría absoluta, que creímos imprescindible para que no se viesen obligados a pactar con nacionalistas excluyentes o con los advenedizos ventajistas de rigor, contemplamos, entre sorprendidos, enrabietados y muy, muy cabreados, como D. Mariano no hace lo que debe, como debe hacerlo, y permanece escondido en una tibieza del todo insufrible que para nada cumple, ni de lejos, con las expectativas que, la mayoría absoluta de los españoles, le habíamos confiado respondiendo a unas promesas que, ahora, no cumple.

El gran despropósito, unido a la enorme injusticia que supone hacer soportar a los más necesitados el grueso de los recortes, es que un elevado porcentaje de ese casi medio millón de "dependientes" de los fondos públicos, son, por completo, innecesarios, es decir: no hacen nada por mejorar la vida de los que les pagamos, muchos porque no sirven, otros porque no saben y el resto porque no hacen falta para nada.

Si el recorte del gasto público -el nacional y el autonómico- fuese el que manda el sentido común, los 40.000 millones de euros que nos ahorraríamos, servirían para equilibrar el grueso de las cuentas del Estado, permitiéndonos tomar un poco de aire fresco a todos los que llevamos demasiado tiempo aguantando la respiración, paradojas de la vida… ¡para no asfixiarnos!

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