La esquina
José Aguilar
Trampa burda contra Feijóo
La otra orilla
Al igual que Silvio Rodríguez, yo también he conocido un montón de mujeres: mujeres de fuego, mujeres de nieve, mujeres hermanas, mujeres madres, mujeres abuelas, mujeres hijas, mujeres esposas, mujeres amantes, mujeres con rabia, mujeres con miedo, mujeres ternura, mujeres luchadoras, mujeres arrinconadas en el pañal y la cocina, mujeres golpeadas, mujeres esperanzadas, mujeres cuidadoras, mujeres limpiadoras, mujeres sanadoras, mujeres enfermeras, mujeres, médicas, mujeres cajeras, mujeres reponedoras, mujeres conductoras, mujeres profesoras, mujeres deportistas, mujeres periodistas, mujeres jornaleras, campesinas, obreras, mujeres trabajadoras en el hogar, mujeres luchadoras, mujeres universitarias, mujeres abogadas, mujeres juezas, mujeres ministras, concejalas, mujeres cristianas, musulmanas, judías, mujeres migrantes, mujeres maltratadas, violadas, asesinadas, mujeres aprisionadas en cuerpos de hombres, mujeres soñadoras de otro mundo posible.
He conocido un montón de mujeres, mujeres perseguidas en Irán, mujeres sometidas en Afganistán, mujeres asesinadas en México, mujeres guerrilleras, mujeres libertarias, mujeres resignadas, mujeres que abren puertas violetas en las paredes, que cambian el mundo con abrazos y besos. He conocido un montón de mujeres, mujeres que me ayudaron a ser mejor persona, que me hicieron desaprender tanto machismo escondido, que me invitan a quitar tanta mierda que el heteropatriarcado me echó encima, mujeres que me han hecho más bueno, más bello, más alto, mujeres que me enseñan lo que todavía tengo que desaprender.
Por quiero pedir que volvamos a caminar unidas, porque cada paso que demos desunidas es una victoria del rancio machismo que perdura en nuestra sociedad, cada paso desunidas es una victoria de los reaccionarios que siguen considerando a la mujer mercancía, posesión, una victoria de los ultramontanos que siguen golpeando, maltratando, asesinando. Y la unidad no significa que no haya disensión. Recordando a Benedetti, cantado por Luis Pastor, la unidad que sirve es la que nos une en la lucha. Sigamos luchando , pero unidas. Llenemos las calles, las plazas con un grito unánime y fuerte. Parafraseando al denostado Carlos Marx: "mujeres del mundo, uníos". Y ahora sí celebremos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, así con adjetivo. Las obreras de la fábrica textil de Nueva York no merecen ser olvidadas y todavía queda mucho que conquistar.
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