Alberto Núñez Seoane

Conclusiones

Tierra de nadie

11 de septiembre 2023 - 04:40

jerez/TRAS un agosto de cavilación, obligada si lo que pretendemos es asentar ideas, tratar de entender lo sucedido, meditar sobre ello y sus inevitables consecuencias, buscar un posicionamiento que en verdad represente nuestro sentir y actuar en consecuencia, llega el momento de extraer conclusiones sobre todo lo que ha sido objeto de reflexión por las entendederas de cada uno.

No siempre somos capaces de conseguir desenlazar los nudos gordianos que se nos van atravesando en nuestro deambular, más que caminar, por estos mundos que nos hemos dado. En ocasiones nuestra capacidad no es suficiente: bien porque lo profundo y escondido de lo que se nos escapa u oculta queda fuera de nuestro humano alcance, bien porque no poseemos la inteligencia necesaria para desenmarañar la complejidad de la trama que abordamos. En otros casos no es nuestra la culpa de la no resolución del dilema en cuestión, habida cuenta de que este no tiene solución; al menos no en la medida en que nuestras limitadas posibilidades pudiesen dar con ella.

La primera de las opciones, sin que el orden en el que estas dispongo esté en relación con su relevancia, es la de que los siete millones, muy largos, de personas que votaron a Sánchez, algunos estén embotados de ignorancia, distraídos por la necedad, o atenazados por algo que podríamos llamar: estupidez supina, o tal vez encadenados al resentimiento …, o un algo de cada una de estas “razones”. No juzgo ideologías, examino hechos. Y los hechos acontecidos durante los más de cuatro largos años en los que este personaje ha sido presidente del gobierno, dejan poco sobre lo que debatir. Por más que se intente enmascarar lo sucedido, los datos están ahí: por contrastados, indiscutibles; siempre, claro está, que partamos de la premisa de que dos más dos son cuatro, ni tres ni cinco: cuatro.

Dejemos al margen a los que han dado su voto tratando de asegurar su nómina mensual, su poltrona cuatrienal, o ambas de una vez; apartemos, también, a los que no tienen más esperanza en su futuro -¡qué pena!- que las subvenciones que les lleguen desde la bolsa, de todos, que maneja él a su antojo y conveniencia; de igual modo, separemos, hay que “entenderlos”, a las sanguijuelas que han sabido trepar hasta enrocarse en los rincones de los oscuros pasillos que conducen al poder, ellos, sin eso regresarían al gris del que salieron, sus “posibilidades” de continuar medrando y parasitando, lo único que saben hacer bien, dependen, sólo, de que el parásito mayor del reino siga al mando de la nave, aunque esta termine por irse a pique. Hechas las mencionadas separatas, seamos generosos, calculemos que estas execrables excepciones pudiesen alcanzar los 700.000 votantes -dada la ingente cantidad de vividores de la política que desangran las arcas del Estado español, no sería demasiado exagerar-, quedarían siete millones, exactamente 7.060.970 personas, que dieron su confianza a Sánchez, es decir: seres humanos pensantes -al menos con la capacidad de hacerlo, pensar digo- que lo eligieron como mejor alternativa para dirigir España. Seres racionales que decidieron que lo sucedido en los cuatro últimos años fue lo que, y como, debía haber pasado. Las flagrantes mentiras, los evidentes despropósitos, las contrastadas violaciones de la Ley, los obvios incumplimientos, incontestables abusos, innegables atropellos, aplastantes discriminaciones, probadas traiciones y demás, o no ocurrieron y todo fue un espejismo de los que así lo constatamos, o si sucedieron, por lo visto y de acuerdo al sentir de los que en su favor se han vuelto a pronunciar en las urnas, fueron por el “bienestar y el progreso” de España y los españoles.

Muertes que no debían haber sido durante la pandemia, violaciones repetidas de La Constitución, indultos a golpistas, alianzas con etarras, izquierda fanática, revanchista y envenenada al poder, alza inasumible de los precios de la cesta de la compra, de la energía, la gasolina, las hipotecas, los alquileres …, liberación de pederastas y violadores, indefensión de la propiedad privada, garantías para la ocupación ilegal de viviendas, discriminación flagrante por sexo, religión o ideología, abandono de los mayores, inviabilidad de las pensiones, quiebra de la Seguridad Social, aumento explosivo e incontrolable de la Deuda Pública, desatención sanitaria, abusivas multas de tráfico, persecución a los autónomos, carreteras desastrosas, manteros como concejales, impuestos por todo, impuestos abusivos, impuestos confiscatorios, impuestos y más impuestos, prevaricación, falsedad, nepotismo, prepotencia, vanidad, hipocresía … todo, no han sido más que imaginaciones de mentes calenturientas, como, por lo visto, la de un servidor.

O ellos, los votantes en cuestión, son lo que a mí me parece que son, lo acabo de detallar con claridad meridiana -es la primera opción-; o yo estoy del todo equivocado y nada es lo que ni como me parece -sería la segunda-. Sobre esta les contaré el lunes próximo.

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