Pepe Marín

A Cristóbal "el jerezano", por el cielo de Jerez

Opinión

03 de marzo 2015 - 07:13

El día 23 de septiembre de 1994, víspera de la festividad litúrgica de la patrona de Jerez, Ntra. Sra. de la Merced, las instalaciones de IFECA, en el Parque González Hontoria, fueron escenario de uno de los festivales flamencos más importantes -en cantidad y cualidad de sus intérpretes-, que allí se desarrollaron, homenajeando con ello al popular bailaor y maestro de baile Cristóbal Fernández "El Jerezano". Grupos, solistas, academias de baile y guitarra, estuvieron presentes en una noche-madrugada plenas de cariñoso reconocimiento hacia Cristóbal. El propio Palacio de Congresos, el Ayuntamiento de Jerez, la empresa bodeguera González Byass, Cátedra de Flamencología, peñas flamencas y Arte Sherry, prestaron así mismo su colaboración al mayor éxito de la convocatoria, una cita que surgió por voluntad de dos entrañables amigas de Cristóbal: Inés Flores y Carmen Rodríguez "La Toti", la conocida ceramista en cuya casa de calle Cantarería celebramos a lo largo del verano no pocas reuniones a fin de ultimar todos los detalles de un espectáculo que contó con la colaboración -entre grupos y solistas - de un total de cuarenta y cinco actuaciones que presentamos el compañero Antonio Núñez, la cantante María José Santiago y el autor de éste comentario.

Eso fue en 1994, pero antes, allá por los comienzos de los años ochenta Cristóbal "El Jerezano" creó lo que dio en llamar el grupo "Renacer flamenco", en el que se integraban alumnas de su academia, algunas de ellas se encuentran hoy en plena proyección artística, como es el caso de Macarena de Jerez. Junto a esta estaban Sonia García, Salomé, Marita, Sandra Bermejo y otras cuyos nombres siento no recordar. El único varón en las filas del que fuera popular grupo, David, sobrino del maestro. "Renacer flamenco" actuó en Villamarta en varias ocasiones, llegó hasta la capital de la provincia y allí, en el Valcárcel cosechó un sonoro éxito; el mismo o similar al alcanzado en el Olivares Beas de Arcos de la Frontera, en el mismo Corral de las Pachecas madrileño, en Sevilla, en Canal Sur y en algún otro lugar que siento no recordar. Mi labor, como en tantas y tantas ocasiones fue la de presentar al grupo y las distintas escenas que Cristóbal montó para la actuación de "sus" niñas. Una figura que colaboró con "El Jerezano" y con cuantos fuimos de su mano fue la del siempre recordado cantaor Beni de Cádiz que, trabajando en la sombra, fue abridor de muchos caminos para el discurrir del jovencísimo grupo "Renacer flamenco".

Macarena de Jerez, emulando a Lola Flores -de la que Cristóbal fue su más fiel admirador-, recitaba los versos de Rafael de León que la faraona llegó a popularizar. El baile era el leiv motiv del espectáculo, pues el baile fue para Cristóbal su vida lo mismo cuando formaba parte de un reducido grupo de artistas que actuaba en tablaos y salas de fiesta dentro y fuera de la Península que, cuando en su propio domicilio, en calle Santa Cecilia, 7, impartía sus conocimientos del baile. Como anécdota recordar que hasta su estudio llegaba con asiduidad Concha Baras a fin de que éste le pusiera un baile tras otro que ella con posterioridad traspasaba a los "Niños de la Tertulia Flamenca", en San Fernando, en cuyas filas se alineaba su hija, la archiconocida Sara Baras cuando aún utilizaba el apellido paterno: Pereira. Por cierto que, denominándose así, Sara Pereira, respaldó con su baile, el 17 de diciembre de 1985, la trilogía del amor -desprendío, generoso e indiferente-, de Manuel Benítez Carrasco, que interpreté en la Casa de la Cultura de la Real Isla de León. Treinta años habrán de cumplirse de aquella vivida experiencia cuando Jerez esté inmerso una vez más en el multitudinario espectáculo de sus zambombas.

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