Crónica Personal

Cuba, España y Yunior

José Manuel Albares tendrá que empeñarse a fondo en lidiar un asunto, el de Yunior García, extremadamente espinoso

Yunior García Aguilera, dramaturgo que se ha hecho un nombre como activista contra el régimen cubano aunque nunca se consideró político, se encuentra en España y abre un complicado frente diplomático al gobierno.

Yunior encabeza el movimiento que promovió manifestaciones masivas en Cuba el 25 de noviembre para protestar contra la imposición del comunismo. Las nuevas generaciones, que se han abierto al mundo a través de internet, no están dispuestos a aguantar lo que aguataron sus padres y abuelos.

Los ojos del mundo estaban puestos en Cuba desde días antes del 15-N, pero también los de Díaz Canel, que no dudó en mandar al ejército y la policía a la calles, de forma masiva e intimidante. El día anterior Yunior había pretendido pasearse solo con una rosa blanca, el color de la manifestación. No pudo, le encerraron en casa y durante dos días no se supo nada de él. El miércoles llegaba a Madrid con su mujer, en un vuelo comercial y con visado de turista. Ha sido acogido por una organización social.

Un problema importante para España, porque Yunior García tiene motivos para solicitar asilo político, aunque no lo ha hecho; porque su huida ha sembrado el desconcierto entre sus seguidores a pesar de que ha explicado que su marcha la provocó su quiebra emocional, pero sobre todo porque dice que no renuncia a su línea crítica al castrismo . Desde España. Es evidente que ha decepcionado a muchos de los que le apoyaban y que al gobierno cubano no le faltan razones para considerar una victoria la marcha de Yunior.

Coincide su llegada con el veto del senador Rubio -hijo de cubanos exiliados- para dar el visto bueno a Julissa Reynosa como futura embajadora de Estados Unidos en Madrid, acusándola de simpatizante del castrismo y por tanto no capacitada para lo que se le pide: que presione al Gobierno español para actuar con más firmeza contra Cuba, Nicaragua y Venezuela.

El viaje de Yunior, y su futuro en España, se convierte en un asunto que el Gobierno de Sánchez debe tratar con el máximo tacto e inteligencia. Ni se puede permitir el activismo de Yunior desde España, pues sería una injerencia que provocaría una situación diplomática insostenible, ni tampoco puede el gobierno español, de izquierdas y coaligado con un partido amigo de Cuba, Nicaragua y Venezuela, tratar a Yunior García como un apestado cuando su único "pecado" es promover manifestaciones pacíficas contra un régimen dictatorial. José Manuel Albares tendrá que empeñarse a fondo en lidiar un asunto extremadamente espinoso.

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