Hablando en el desierto

Deberes y reválidas

El ambiente no acompaña a los estudiantes pobres. Los ricos tienen ventaja

CON los deberes no estoy de acuerdo, pero tampoco en contra. Los muchachos deben ocupar la mayor parte de su tiempo en jugar y educarse. De las reválidas si soy partidario, pues los conocimientos cogidos con alfileres son todo lo que se quiera menos conocimientos y hace falta algún recordatorio para ver si un alumno ha estudiado con provecho. No basta aprobar exámenes cada poco tiempo si después confundimos los siglos y las épocas, los israelitas con los israelíes y a Alejandro Magno con Alberto Magno. La cultura que se adquiere con el estudio cuando se es muy joven es una cuestión de esquemas mentales para ordenar los conocimientos. Dudo que hoy los muchachos tengan en el archivo de su cerebro esos esquemas. Los tendrá la minoría de los más inteligentes, los que se imponen al propio sistema educativo. Siempre los hay. El talento, la inclinación al estudio y el deseo de saber no entienden de ricos y pobres, la naturaleza los da graciosamente. Un mal sistema educativo, sin esfuerzo y sin exámenes periódicos de repaso general, hará malograr una inteligencia que prometía ser brillante. Y, al revés: un buen sistema educará y desarrollará una inteligencia que no lo prometía. No debemos desdeñar las enseñanzas de la tradición, que las fija el tiempo y se retoman cuando todo empeora, por más que tratemos de destruirlas.

Los deberes son una complicación para los padres que trabajan ambos y deberían reducirse. La reválida da lo mismo que los padres trabajen o no. Que haya manifestaciones para defender que los alumnos no estudien es signo de los tiempos y del igualitarismo por debajo: todos iguales de ignorantes, todos licenciados por Osuna. El ambiente no acompaña a los estudiantes pobres. Los ricos tienen ventaja. No quiere decir esto que los ricos reciban de la naturaleza bienes distintos de los pobres: en belleza e inteligencia hay entre unos y otros una misma proporción natural. Lo que pasa es que si se estudia en buenos colegios y en mejores universidades, y si bien un torpe será torpe dondequiera que estudie y sea cual sea la economía de su casa, una inteligencia mediana educada en el estudio, la dedicación a una disciplina, un ambiente favorable y el esfuerzo propio, dará frutos milagrosos que de otro modo no daría. Si la inteligencia es extraordinaria, extraordinarios serán los resultados. Muchos padres terrenales son escépticos sobre la utilidad de los estudios de sus hijos, pero en el destino de los hijos los estudios son un valor personal y social, y lo que tiene valor se distingue de lo que no lo tiene por el valor mismo. A lo que vale debemos favorecerlo por lo que vale: la educación por la educación, el saber por el saber, el arte por el arte. La utilidad, aunque sea personal e íntima, vendrá por añadidura .

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