Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Desconcertados

La suspensión del primer Viernes Flamenco de Jerez sólo horas antes de su celebración, que ha comportado graves perjuicios para los artistas (ya de por sí machacados por la pandemia) y malestar de los espectadores y aficionados, deja muchas preguntas en el aire. Tantas, que el medidor de decibelios homologado (al parecer difícil de encontrar hasta por Amazon) podría llegar a reventar.

¿Hizo el Ayuntamiento, como organizador del evento, los deberes precisos para que todo estuviese a punto para la celebración el día y a la hora anunciados? ¿No hubo tiempo de saber que con la nueva normativa acústica de la Junta de Andalucía habría problemas para llevar a cabo ese concierto? ¿Por qué un día más tarde no hubo problema para celebrar el cine de verano en el Astoria? ¿Estamos ante una nueva guerra entre técnicos municipales y el gobierno local? ¿O entre el Ayuntamiento y la Junta? ¿O (peor aún) dentro del propio equipo de gobierno? ¿Se ignoraban las normas (no nos íbamos a sorprender) o se ha esperado hasta el final aposta? ¿Qué va a pasar con los numerosos conciertos previstos este año en Jerez y en la provincia? ¿Dependerán de un aparato o del técnico de guardia? Como decía, tantas preguntas como decibelios se lanzan al aire cada día.

Como el asunto no ha sido aclarado convenientemente y quedan muchas incógnitas, tantas como excusas se han puesto, al final lo que preocupa es: primero, el daño que se hace a los artistas y, segundo, la imagen que se traslada de la ciudad. Sin olvidar el daño que se le ha hecho al ciclo como se pudo comprobar en el segundo viernes, con escasísimo público, pues ya se sabe que la incertidumbre no vende entradas.

No, no es serio que después de año y medio de pandemia, con una necesidad tan básica como la cultura y el ocio entre los ciudadanos, además de otra como la de ingresar dinero para poder comer, nos encontremos con casos como el mencionado. Hablamos de conciertos que no se meten en la madrugada (además no se puede con las actuales restricciones aunque se quiera) y que estoy seguro de que la mayoría de los vecinos tolerarían, aunque siempre existen otras personas que no. Pero lo preocupante es que no sea ésta la razón de lo sucedido y de lo que pueda estar por venir durante este verano.

Después de un episodio como el del espionaje municipal, que sigue en manos de los jueces, a nadie va a extrañar que estemos ante un nuevo caso de 'falta de sintonía' (nunca mejor dicho) entre técnicos y políticos. Porque no es ningún secreto que en el Ayuntamiento no se han solucionado los problemas internos entre funcionarios de signo contrario al gobierno actual (antes con el PP pasaba lo mismo pero con las siglas al revés) por mucho que se haya firmado un convenio que para sí quisieran muchos jerezanos y que debería haber traído la deseada paz social.

Los jerezanos no pueden ser rehenes de este tipo de actitudes o ineptitudes, pulsos o incompetencias. La línea que separa la paciencia de la indignación se va haciendo cada vez más estrecha mientras hay cada vez más personas que miran a otro lado y hacen oídos sordos, a pesar del ruido, como si no fueran con ellas las cosas.

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