El balcón
Ignacio Martínez
Sota de Espadas
Alto y claro
Anda por ahí Juan Marín, la cara de Ciudadanos en Andalucía, diciendo en algún acto de campaña que los treinta y muchos años que lleva gobernando el PSOE en Andalucía han sido una dictadura. Si la frase no tuviera una fuerte carga de patetismo resultaría hasta graciosa, porque ha sido precisamente el apoyo de Ciudadanos en general y de Juan Marín de forma muy particular el que ha permitido que durante la última legislatura esa dictadura se mantuviera tan campante, haciendo y deshaciendo desde el Palacio de San Telmo y sus otras terminales de poder. Lo que está evidenciando Ciudadanos en estas semanas son los peligros de navegar por las procelosas aguas de la política con la brújula estropeada: no sabe si al final la marejada lo dejará en la orilla de tener que volver a apoyar a Susana Díaz o si va a tener que propiciar un improbable gobierno del PP. Incluso puede que al final no sea ni una ni otra cosa, sino todo lo contrario. Así soplan los vientos por los derroteros andaluces. Quizás pudiera ajustar mejor el rumbo el esforzado Marín y centrarse, que es lo que le toca, si no tuviera que dirigirse hacia las elecciones del 2 de diciembre mirando con un ojo y parte del otro lo que pasa en Madrid y lo que le dicen desde Madrid. Ciudadanos, más todavía que el resto de los partidos, se ha tomado Andalucía como un campo de batalla nacional donde lo que se va a dirimir, en el comienzo de un largo y decisivo ciclo electoral, es quién se alza con el control de la derecha sociológica y si ese control es suficiente para evitar que los socialistas sigan en la Moncloa.
Pero la frase de Marín de la dictadura socialista en Andalucía llama la atención porque incide en uno de los tópicos que han hecho fortuna fuera de la región y que son los que propician que con bastante frecuencia surjan afirmaciones que nos ridiculizan y hablan de nosotros como vagos o tontos. Según ese tópico, los andaluces votamos como zombis que no saben lo que hacen, convencidos de que la papeleta del PSOE es la que nos abre la puerta de la paguita que nos permitirá seguir sesteando en el bar al lado de un botellín de Cruzcampo. Sólo se podría hablar de dictadura en un sistema que permite votar cada cuatro años si se parte de la base de que la voluntad libre de los ciudadanos ha sido secuestrada y estos han quedado idiotizados por un sistema que no tendría nada que envidiar al que describe Orwell en 1984. Mal asunto si Ciudadanos se apunta a esa tesis.
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