Daniel Lamparero

Esperando al día 29

Vara y pulgar

La espera para conocer las medidas del Gobierno pone a prueba la paciencia de unos y otros y el bolsillo también

20 de marzo 2022 - 08:14

CUANDO hay una huelga la mayoría tendemos a calificarla según nos vaya en la película, si nos molesta más o menos; comprendiendo las razones del colectivo que protesta -el paro de los transportistas está más que justificado- pero que no me incomode, que no está el horno para bollos, porque igual que existe el derecho a la huelga está el derecho al trabajo, difícil de respetar en un conflicto de estos porque si hay gente trabajando no cesa la actividad, que es de lo que se trata aunque algunos se confundan y obliguen a compañeros a parar por la fuerza.

Tendemos a evaluar una huelga por el efecto que produce en la sociedad, el alcance que tiene: eso desde fuera; desde dentro -para los convocantes y los que la siguen-, el éxito o fracaso se mide en cuántas de las reivindicaciones se consiguen, porque para nada sirve mucho ruido y pocas nueces.

Y ruido están haciendo los transportistas -hartos de trabajar por debajo de los costes de explotación- en su paro indefinido pese al ninguneo del Gobierno y de una ministra socialista que se ha puesto de frente contra estos trabajadores porque entiende que “se trata de una parte minoritaria de ultras, en muchos casos de ultraderecha, que están utilizando actos de violencia para reivindicar” mientras los sindicatos se posicionan condenando “las agresiones por parte de grupos violentos asociados al cese de actividad o paro patronal de empresas y algunos autónomos del transporte por carretera”, y para no perder la calle con la que está cayendo han convocado una jornada de movilización para exigir la contención de los precios de la energía. Antes, hoy mismo, el campo mostrará su descontento con una movilización en Madrid y su rechazo a la reforma de una política agraria común deficitaria y que, viendo lo que está sucediendo en Ucrania, granero de Europa, necesita un nuevo enfoque.

Así, al Gobierno de los trabajadores se les están volviendo en contra los trabajadores porque sigue sin atajar o poner remedio a la imparable subida de la inflación, combustibles, electricidad... Hasta el día 29, fecha anunciada por el presidente para anunciar el plan de acción. ¿Por qué esperar? Sánchez quiere convencer a la Unión Europea para cambiar el mercado energético y ojalá lo consiga porque sería una magnífica noticia, pero hasta entonces bien podría haber ayudado al ciudadano con medidas que no dependan de Europa, que se pueden tomar.

Entre ellas, parar el paro de los transportistas, porque por mucho que diga el Gobierno sí se está notando. Tanto que hablan de dialogar para acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania y no son capaces de sentarse con esta plataforma de trabajadores autónomos...

En fin, que como casi siempre, los que sufren -y pagan- las consecuencias son y serán los ciudadanos, una vez más en medio del fuego cruzado y otra vez víctimas en los daños colaterales que siempre pagan los mismos.

A ver lo que cambia a partir del día 29.

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