La esquina
José Aguilar
Una querella por la sanidad
En tránsito
Contaré dos cosas sobre Cuba. La primera ocurrió una Nochevieja, en Varadero, cuando apenas había turistas (eso fue en los primeros 80). Después de cenar, en el hotel medio vacío, dieron las doce y todo el mundo se puso a cantar y bailar. Y de pronto salieron de la cocina todos los cocineros y camareros y se pusieron a cantar Guantanamera mientras formaban una conga con los turistas. Uno de los cocineros iba con el puño en alto. Recuerdo a una mujer de la limpieza que reía y reía mientras bailaba en la conga. La otra imagen tuvo lugar muy lejos de allí, en África, en una misión de Burundi, más o menos por la misma época. Un día llegó un cargamento de ropa de Cáritas. Era ropa vieja: abrigos, camisas, vaqueros, de todo. Uno de los misioneros se despidió de mí diciendo que iba a ver a los médicos cubanos. En Burundi, como en toda África, había médicos cubanos obligados a prestar varios años de servicio como cooperantes. Y cada vez que llegaba un cargamento de ropa de Cáritas, los médicos cubanos se presentaban en la misión para elegir la ropa que querían enviar a sus familias.
Supongo que en esos dos hechos se puede ver la cara y la cruz de un régimen como el cubano. Los empleados del hotel que cantaban Guantanamera mezclados con los turistas eran una imagen difícil de olvidar: de repente allí ya no había huéspedes ni servidores, los de arriba y los de abajo. Pero esa imagen tenía su contrapartida en esos pobres médicos que tenían que entrar a escondidas en una misión africana para buscar la ropa de Cáritas que querían enviar a sus familiares. La Revolución era una ruina económica que la propaganda comunista -siempre muy eficaz- intentaba contrarrestar acusando al supuesto bloqueo yanqui. Todo falso. Cuba era un caos económico gestionado por unos incompetentes muy codiciosos que se amparaban en un Estado policial. Eso era todo. Era así en 1984 y lo sigue siendo ahora mismo.
Cuba es una dictadura atroz. La misma hija del Che Guevara tenía que escuchar a escondidas el único disco de los Beatles que tenía -todo un lujo en la Habana- para que no la delataran sus vecinos del Comité de Defensa de la Revolución. En la Euskadi eusko-nazi de ETA y en la Cataluña fanatizada del procés se conocen bien estas cosas. Pero aún hay gente que se empeña en negar que Cuba sea una dictadura atroz. Pues no, señores: lo es, lo es.
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