Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

¡Qué buena vida!

Cuando ganar te hace infeliz

PUEDE parecer un anuncio publicitario más. Otro más de cervezas, otro más de Nadal. El fin de cualquier campaña publicitaria es hacer ganar dinero al anunciante. Podemos hablar de posicionar la marca, construir la imagen deseada del que se publicita y podríamos seguir destacando otros aspectos y cuestiones del ámbito del marketing y la publicidad. Aunque el fin de todo es que los números del anunciante aumenten con dicho anuncio.

Pero en este de Nadal y la cerveza hay además mucha carga de profundidad porque reflexiona sobre quien tiene mejor vida, como vivir, como disfrutar y en un juego visual en el que alguien siempre desea lo que ve en otra persona llegamos al punto que Nadal se sienta en la terraza de un bar siendo acosado por móviles y gente que lo aclaman, mientras él se fija en otro que está cerca de él, saboreando su cerveza sin que nadie le molestase. Qué buena vida son las palabras de Nadal.

Pero la realidad supera con creces la ficción. "Estaba en la cima, lo que siempre deseé, pero descubrí que en realidad era bastante infeliz". Estas palabras expresadas por una persona que ha sido siete veces campeón del mundo de Fórmula Uno deberían cuando menos hacernos repensar nuestra forma de vivir. En la entrevista que GQ, revista americana, le hizo recientemente a Hamilton en Nueva York , el piloto británico, todo un icono mundial y un referente de lo que se puede considerar una vida de éxito, desveló que no todo es tan maravilloso como parece.

Lo de Hamilton es solo un caso más. Hemos visto a Ricky Rubio abandonar la selección española de baloncesto o el caso de la gimnasta americana Simone Biles o el de tantos otros deportistas de élite que caen en procesos depresivos o entran en una espiral de autodestrucción. Vivimos en un mundo en el que nos enseñan que la vida de un deportista solo tiene sentido si se gana. Los modelos de referencia son los números unos de cada deporte y así desde muy pequeños se les compran a esos pequeños deportistas las botas o zapatillas de tal o cual jugador inculcando inconscientemente al menor que ese debe ser su objetivo en la vida, seguir los pasos de Messi o de Lebron James.

Volviendo a las palabras de Lewis Hamilton y el sentimiento de infelicidad cuando alcanzas una cima y descubres todo lo que has dejado en el camino. Cuando entiendes que todo lo que desde pequeño has hecho te ha llevado a alcanzar un sueño con trampa. Eres una persona famosa, eres millonaria, viajas en jet privado. Desayunas en un cinco estrellas de Nueva York y por la noche cenas en otro cinco estrellas de Londres, pero que todo eso tiene trampa. Porque el tiempo que no has pasado con tus padres, con tus amigos, los ratos de echar un domingo de barbacoa en el campo o simplemente holgazanear una tarde de lluvia que no has podido disfrutar, no los podrás recuperar por todo el dinero del mundo, por muchos títulos de campeón del mundo que atesores.

El deporte es una de la actividades más bonitas y beneficiosas que podemos desarrollar los seres humanos, pero también pueden convertirse en el peor de los calvarios de nuestros niños. Que cual exija a sus hijos lo que considere adecuado exigir. A fin de cuentas quien sabe lo que es una buena vida.

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