Pinacoteca de papel

Juan Rodríguez Pardo

Luis Sevíl, el retrato romántico (I)

L’a reina Isabel II con su madre Mª Cristina de Borbón’. Joaquin Fernandez Cruzado. Universidad de Cádiz.

L’a reina Isabel II con su madre Mª Cristina de Borbón’. Joaquin Fernandez Cruzado. Universidad de Cádiz.

‘Baile flamenco’. Juan Rodríguez Jiménez. Museo Nacional de BB.AA de Cuba. ‘Baile flamenco’. Juan Rodríguez Jiménez. Museo Nacional de BB.AA de Cuba.

‘Baile flamenco’. Juan Rodríguez Jiménez. Museo Nacional de BB.AA de Cuba.

El retrato ha sido uno de los elementos más importantes en el desarrollo y evolución de las artes plásticas, tanto escultóricas como pictóricas y de grabados, ya representando a reyes, emperadores, dioses y musas en monedas y esculturas, en los más diversos materiales desde el mármol, piedra, bronce, vidrio, etcétera, como formando parte de escenas históricas, religiosa o profana, en un paisaje descriptivo o en representación personal al óleo, acuarela, témpera o pastel, aguafuertes, ácidos, buril etcétera, cumpliendo así una labor de exigencia sociocultural y testimonial sobre el acontecer histórico de la humanidad.De Fidias a Benlliure, de Da Vinci a Picasso pasando por Mirón, Praxíteles, Rodin, Miguel Angel, Rafael, Durero, Tiziano, Goya y una extensísima nomina de “obreros de la inteligencia”, cómo definiría Herman Grimm a estos artistas, la creatividad de estos grandes ejecutores del género llevaron el retrato a su cota más alta.

Pero fue en el S. XIX cuando el retrato alcanza su mayor esplendor, gracias a la influencia impetuosa que las nuevas tendencias filosóficas del Romanticismo ejerce sobre artistas y pensadores.Con la irrupción de los Madrazo y el hispalense Antonio María Esquivel en el panorama artístico español, la evolución del retrato experimenta un empuje espectacular y un extraordinario desarrollo en cuanto a concepto y técnica se refiere.

La ruptura del pintor santanderino José Madrazo Agudo, el primero de la saga de los Madrazo, con el frío y estático neoclasicismo davidiano, marca el comienzo de esa influencia antes mencionada que generaría una dinámica de modernidad y una gran transformación espiritual nunca antes experimentada en la pintura y especialmente en el retrato.

Debido a la situación político-social del país es en Andalucía, precisamente, donde empieza a conformarse la Pintura Romántica española, concretamente en Cádiz, que mantendría la capitalidad de España durante la Guerra de la Independencia y donde se promulga la Constitución de 1812.

Según Eva Vicente, “Cádiz era ya en el S.XVIII un emporio de cultura y nuevas ideologías, de tal forma que por sus puertas comienzan a entrar en el país las corrientes de renovación sociológica, política y cultural que produciría el total cambio de la sociedad vigente”. Desde Cádiz esas nuevas tendencias socioculturales y políticas se irradiarían hacia Madrid y el resto de España.

Fueron dos gaditanos los primeros pintores románticos españoles: Joaquín Fernández Cruzado y Juan Rodríguez Jiménez “el Tahonero”, ambos nacidos en Jerez de la Frontera. Este último guiaría como docente los primeros pasos de inquietudes artísticas del precoz Luis Sevíl, artista que nos ocupa en este artículo sobre el Retrato Romántico.

Fue esta la época que le tocó vivir a nuestro artista Luis Sevíl, quien junto a Fernández Cruzado, José Mª Romero y Ángel Cortellini formaría parte destacada del grupo de “Los templados del Romanticismo español”, según el profesor Enrique Lafuente Ferrari.

Luis José Miguel Francisco de la Santísima Trinidad Sevíl y López nació en Sevilla el día 4 de febrero del año 1817. Hijo de D. Mauricio Sevíl, berlinés afincado en Sevilla, y de Dª Francisca López, natural de la capital hispalense. D. Mauricio, alemán experto en labores vinateras y destilados, viene a Andalucía llamado por el importante auge que la industria vitivinícola experimenta en el sur, especialmente en la provincia de Cádiz, y decide instalarse en Sevilla donde monta destilería y entabla relaciones comerciales con diversas bodegas del Marco de Jerez que prosperan e intensifican, por lo que en 1824 decide cambiar su residencia e instalarse definitivamente en Jerez y establece su domicilio en la calle San José nº1. Monta destilería y fabrica de arropes, aguardientes y vinos dulces en los números 3 y 5 de la misma calle, contiguos a su domicilio.

Ya con 12 años, Luis Sevíl destacaba en el dibujo de la mano de Juan Rodríguez Jiménez ‘El Tahonero’. Años más tarde ampliaría conocimientos en Cádiz bajo la tutela artística de Joaquín Manuel Fernández Cruzado, quien junto a Tahonero serían los primeros pintores románticos de España. Inmejorable referente, garantía de una excelente formación artística.

Ya en 1839 nuestro artista decide marchar a Cádiz donde pasaría diez años de intensa actividad artística realizando retratos de los personajes más importantes de la sociedad gaditana de la época, lo que le reportaría gran prestigio y popularidad dada la calidad y belleza de sus trabajos y, sobre todo, a tantos ingleses que visitaban Andalucía buscando el “Oriente perdido”, los últimos vestigios de Al-Andalus o la España musulmana.

Este contacto frecuente con el gusto estético británico le hizo conocer bien los efectos lumínicos, pose y elegancia, característicos del estilo inglés captando de ello lo que le interesara aplicar enriqueciendo así su desarrollo artístico y técnico en el género.

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