La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Memoria de la Amnistía

La amnistía de 1977 fue una conquista de la izquierda y los demócratas, no un concesión del régimen franquista

Esta semana el Gobierno de coalición se ha superado a sí mismo. No es ya que los socios mantengan sus discrepancias sobre un proyecto o una iniciativa -lo más normal en política-, ni que las hagan públicas, ni que las envuelvan en tensiones, ruidos y deslealtades; ni siquiera que, ante un problema que los enfrenta, pacten una salida que para unos deroga la reforma laboral del PP y para otros sólo la revisa parcialmente.

Ahora, ya digo, se superan: después de aprobar a duras penas un proyecto de Ley de Memoria Democrática, PSOE y Unidas Podemos negocian y presentan una enmienda conjunta -para contentar y atraer el voto de Esquerra Republicana de Catalunya- y, a continuación, discrepan sobre lo que significa y trae consigo la propia enmienda pactada. ¿Se puede ser más incongruentes?

Para el ministro socialista de Presidencia, Roberto Bolaños, la Ley de la Memoria no va a abrir la vía a la investigación judicial de los crímenes del franquismo porque la Ley de Amnistía de 1977 los absolvió, porque las leyes penales en la España democrática no se aplican con carácter retroactivo (a hechos producidos antes de su promulgación) y porque esos delitos ya habían prescrito. Para el secretario de Estado podemita Enrique Santiago, también secretario general del PCE, la asunción por España del Derecho Internacional implica que los delitos de lesa humanidad no prescriben ni son amnistiables.

Bolaños tiene razón y Santiago lo que tiene es un cacao mental considerable que parte de una visión opuesta a la de otro Santiago -Carrillo- que ocupó su mismo cargo en tiempos mejores. En la amnistía de 1977 Enrique Santiago ve una bajada de pantalones de la izquierda ante el franquismo, beneficiario del borrón y cuenta nueva que hizo posible la transición democrática. Pero la verdad es que la Amnistía era una bandera de la izquierda antifranquista y de todos los demócratas -"¡Libertad, amnistía, estatuto de autonomía!" era lo que se coreaba en las manifestaciones-, sacó de la cárcel a los presos políticos, incluyendo a los de ETA y los Grapo, y selló la reconciliación entre los españoles que el PCE buscaba desde 1956. La Amnistía como conquista, no como concesión de la dictadura. Fue emocionante la intervención en la tribuna del Congreso de Marcelino Camacho, del que ni siquiera un amnésico vocacional y revisionista histórico como Enrique Santiago sería capaz de insinuar que se bajó los pantalones ante Franco.

Todo esto lo sé porque estaba allí.

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