Marco Antonio Velo
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Crónica levantisca
José Rodríguez de la Borbolla, siempre atento a otras actualidades, me avisa en estas últimas tardes de verano: Conte tiene un ministro del Sur. El hombre de paja de Italia que ha resultado ser de fibra de bambú, Giuseppe Conte, ha nombrado a su segundo ministro del Sur, a otro José, Guiseppe Provenzano. Es del Partido Democrático. Ya en el anterior Gobierno, Conte tuvo a una ministra para el Mezzogiorno, era una grillina a la que apodaban La Pasionaria. Guiseppe de la Borbolla me comenta: ¿A que a nadie se le ocurriría esto en España?
Conte es uno de los pocos primeros ministros que ha tenido Italia, y van cerca de 70 desde la Segunda Guerra Mundial, que proviene de una de las regiones del sur, de Apulia. El Mezzogiorno es el problema territorial de los vecinos, mucho más que el Norte de donde salieron los populistas de la Liga, es el atraso económico perenne, el pozo donde los fondos europeos se agotan al final abrupto de una autovía sin destino, la sotana y la pistola, el honor y la venganza, Napoles y el sur de Roma.
El PSOE andaluz de Borbolla, González y Escuredo -también de Guerra- se propuso sacar a Andalucía del Mezzogiorno hispano, volverla a colocar en el mapa de España, sacarla de su secular atraso económico. Y sí, se consiguió, Andalucía es una región que aspiró ser comunidad, que lo logró y, aunque de las más desfavorecidas del país, está muy lejos de ser el sur de Italia. Tiene razón Guiseppe de la Borbolla: a nadie se le ocurría reclamar para España un ministro del Sur. Andalucía salió del mapa mundial con la pérdida de las colonias americanas, el final del XIX y casi todo el XX han sido los no siglos de Andalucía, pasó de ser la niña querida de los reyes conquistadores y puerto del Nuevo Mundo a paradigma de todos los sures del sur, con sus revueltas sociales, sus emigrantes, sus señoritos y su flamenco.
La geografía nos escondía una terrible venganza. Cuando el mundo estaba polarizado entre Occidente y Oriente, Andalucía estaba en el eje dorado, en el atajo americano de un extremo a otro, Magallanes y Colón como constructores, Sevilla y Cádiz compitiendo en su Sillicon Valley, aromas de la Bética que dio unos cuantos emperadores a Roma. El nuevo eje polarizado de norte a sur nos dejó en los meridianos, en los no lugares de la industrialización, tierra ignota para descubridores románticos. Pesadilla pasada, esto no es Nápoles ni Palermo, la conjura de los gatopardos ha sido derrotada, aunque sí, seguimos en el sur.
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