Manfred Weber, el valedor de Juan Manuel Moreno en el negacionismo del delito medioambiental en Doñana, hizo el mismo papel durante seis años en favor de Viktor Orbán cuando el Parlamento Europeo condenó en 2013 las violaciones de derechos humanos en Hungría. El socialcristiano bávaro de la CSU negaba el autoritarismo del Fidesz porque le interesaba complacer a su docena de eurodiputados de extrema derecha, que en 2019 se marcharon del PPE. Ahora, el alemán contenta al PP español, que con trece diputados y expectativas de llegar al poder a final de año es cortejado por sus correligionarios continentales.

Moreno y Orbán, con negacionismos diversos, están en el mismo saco. Hasta ahí llega el disparate de Doñana. Weber ha arremetido contra el comisario lituano de medio ambiente, joven economista de pequeño partido enclavado en Los Verdes, de un país pequeño. No se habría atrevido a semejante ataque contra un comisario francés. No será gratis. Embestir a la Comisión Europea no es nada europeísta; sólo lo hacen los partidos iliberales. La Comisión tiene tres funciones esenciales: el gobierno de la UE, la iniciativa legislativa y hacer cumplir los tratados.

La primera víctima en todas las guerras es la información y en la batalla de Doñana los contendientes tergiversan para sacar algún rédito el 28 de mayo. Otra de las bajas en este embrollo es la del titular de la cartera en el Gobierno andaluz. Fernández-Pacheco era una de las grandes promesas de la segunda unidad que ha sacado el presidente Moreno al campo a jugar el partido de la mayoría absoluta. Aquel joven que llegó a alcalde de Almería con 33 años y llamaba la atención cuando protagonizaba en Sevilla algún foro, parecía un posible delfín cuando llegó al gobierno regional en julio del año pasado.

Pero al presunto sucesor le ha venido grande el traje de consejero. No es una percepción personal; el propio presidente empezó por quitarle la política de aguas, que pasó a Agricultura. Y acaba de ajustarle de nuevo la chaqueta; le ha sustraído el mantenimiento forestal y lucha contra los incendios. Ni aun así llena el traje el jefe de este departamento al que algún cursi le puso un pomposísimo nombre: Sostenibilidad, medio ambiente y economía azul. Mucho chasis y poco motor.

Doñana le viene muy grande también a Moreno. Entre el parque nacional y el parque natural la extensión de Doñana es cuatro veces la de Malta, la mitad que Luxemburgo o más del doble que el municipio de Madrid en donde viven más de tres millones de personas. Apuntarse al populismo es fácil. En vez de regenerar los acuíferos y rescatar el Parque, el gobierno andaluz de mayoría absoluta ha preferido seguir al partido ultraderechista que niega el cambio climático. Y los negacionistas de toda laya acaban dando dolores de cabeza; Weber lo sabe.

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