Víctor Cantero

Motos sí, pero menos…

Yendo al grano

04 de mayo 2010 - 01:00

ES decir, con menos ruido del que producen. Cuando al llegar mayo se juntan el espectáculo motero y la Feria algo hay que chirría y desajusta el normal devenir de nuestras vidas. Son ya muchos los campeonatos de motos celebrados, y a ello nada tenemos que objetar, pero a lo que si le ponemos peros es a la invasión o toma de nuestra urbe por los cientos de moteros, algunos de los cuales siguen pensando que por estos lares se pueden sentar por unos días reales como si todo el monte fuera orégano. Pues va a ser que no, que nuestra hospitalidad proverbial tiene sus matices, y de ellos se pretende dejar constancia en esta breve columna. No se trata de imponer medidas restrictivas que disuadan y desanimen a quienes se desplazan de lugares tan remotos a volver a Jerez, se trata de alcanzar un justo punto medio, en que ni los que vienen se sientan acosados por las prohibiciones y acotamientos, ni los que aquí estamos veamos perturbada la paz urbana y alterados nuestros hábitos cotidianos por el singular evento. Hablamos de un difícil equilibrio, pues no podemos olvidar que se trata de conciliar intereses bien opuestos. El que viene lo hace con ganas de diversión y los que aquí residimos defendemos nuestro derecho a que se respeten nuestras pautas y formar de vida habituales.

Y de otro lado no podemos olvidar que esta particular avalancha de turistas y visitantes cuenta con su lado económico. Claro que apostamos por un lleno en todos los establecimientos de restauración, hoteles y demás albergues, pues la situación económica no está para desaprovechar tamañas oportunidades. Pero una cosa es acoger con los brazos abiertos a quienes por unos días se dejarán aquí un buen puñado de euros y otra bien distinta es que campeen a sus anchas aquellos que se piensan que por ser quienes son han aterrizado en un territorio sin ley ni orden. Todo se pude combinar dentro de una simbiosis, dentro de un acoplamiento en el que nadie pretenda sacar los pies del tiesto, pues no hay nada más agradable que saber divertirse sin tener necesariamente que molestar a los demás. Damos por tanto la bienvenida a los amigos de las dos ruedas, les deseamos feliz estancia entre nosotros y les pedimos un comportamiento exquisito en su modo de estar y de obrar.

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