Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
Tierra de nadie
Jerez/LO mejor que se puede hacer, es irse. Las puertas, sirven para dos cosas: entrar y salir. Si utilizamos, sólo, la primera y desdeñamos, a conciencia, la segunda, las consecuencias nunca podrán ser buenas.
La hecatombe sufrida por el Partido Popular en las últimas Elecciones Generales tuvo, a mi entender, dos responsables máximos: uno, Rajoy; el otro, Pablo Casado. Rajoy permitió lo que nunca debió consentir, sufrió de inacción extrema ante el planteamiento de la moción de censura que lo echó, y dejó un partido descabezado, imputado, dividido y absolutamente desorientado. Casado, sí, salvó al PP de Soraya y Cospedal, cualquiera de las dos ‘niñas de Rajoy’ hubiesen acarreado la práctica extinción del PP, por nefastas, ambas. Su ambición desmedida, junto a su posicionamiento político –anquilosado, incapaz y ‘cero’ resolutivo- habrían arrastrado a los populares a una UCI indefinida de la que sólo hubieran salido para tomar el camino del cementerio, seguro. Pero a Casado se le fue la pinza; como se les va a casi todos, pero cuando llevan demasiado tiempo en el poder, que no es su caso. D. Pablo estuvo allí, donde había que estar, sí, y en el momento oportuno, sí; hasta ahí, bien. Lo que no se le ocurrió pensar fue que, casi con total probabilidad, cualquiera que hubiese optado a presidir el partido –no sólo él-, con tal de no pertenecer a los ‘Rajoy adictos’, le hubiese ganado la partida, primero a Dª. María Dolores, ‘Lolita Lola’, y luego a Dª Soraya de todas las ‘santamarías y demás’. Su triunfo –que lo fue, más que por él, porque no había otro- le nubló algo la sesera, se sintió el líder que no era, lo insustituible que en absoluto es; se pensó ‘Guillermo’, más que Pablo, y ‘Tell’, en lugar de Casado, lanzó la flecha pero… en lugar de clavarse en la manzana del cuento, lo hizo en su propio pie, y, por ende, en el del PP también.
Eligió a su equipo, decidió su estrategia y se tiró a la piscina. Apostó y falló, o fracasó, o se equivocó, o no acertó, o erró… ¿cómo quiere que se lo diga para que lo entienda y lo asuma? D. Pablo, Secretario General y por tanto máximo responsable de la planificación elegida, hundió a los ‘Populares’ en el mayor desastre electoral de su historia, tocaba aceptar las consecuencias, en toda su plenitud y con todas sus secuelas. Pero no ocurrió así.
En lugar de encajar la severísima derrota, tomar nota, aprender, rectificar y ser consecuente, echó la culpa, ¡cómo no!, a los demás. Culpó a ‘Ciudadanos’ –que no para de crecer- y a ‘VOX’ –que surge con mucha fuerza-, de… ¿existir? Porque lo de haber “fragmentado a la derecha” es una pueril, y muy estúpida, excusa: si los dos partidos mencionados están donde están, se debe, en exclusiva, a las profundas carencias del ‘PP’ que, sin duda alguna, no ha sabido ofrecer a los votantes lo que los votantes pedían. No hay más.
La hostia –perdón, pero guantazo no lo representa suficiente- que se ha llevado D. Pablo es de las que propinaba Obelix a los legionarios romanos, pobres… Aún así, al parecer no ha sido suficiente para que Casado actuase con coherencia y en consecuencia a lo acaecido. Porque su respuesta al desastre del pasado 28 de abril no debió ser otra que la dimisión inmediata. Puede que tal vez pasado mañana tuviese de nuevo su oportunidad, desde luego, no mañana.
Pablo ‘Tell’ Casado adolece de dos de los defectos que califican a la mediocre mayoría de nuestra clase política: la desoladora falta de hombres de Estado y la más que preocupante carencia de humildad. Está demasiado ‘verde’, y no lo sabía, para la empresa que quiso emprender, le faltan ‘tablas’, experiencia y amplitud de miras, le sobra prepotencia y ambición. “Cuando gobierne…” decía, ‘repartía’ cargos y Ministerios, ‘dictaba’ decretos y ‘firmaba’ leyes… desde una Moncloa que sólo existía en su imaginación; pieles de un oso que aún no había cazado y que, finalmente, no sólo no cazó, es que fue el oso el que se lo comió a él.
Si las encuestas no fallan, Casado se estrellará de nuevo: perderá todas las autonomías en las que gobierna, junto a muchas ciudades y municipios, además de una parte importante de la representación que tiene en Europa. Pero parece que su objetivo inmediato no es otro que el de ‘pelearse’ por ser jefe de los perdedores… cabeza de ratón, no cola de león; de la cabeza del león, mejor ni hablamos.
No, no supo usted, D. Pablo; ni pudo tampoco, quiso… pero no; así que, por favor, ‘pliegue’ y váyase. Deje que otros lo intenten donde usted fracasó. Esto es así, no le dé más vueltas, no pasa nada; sea usted valiente, sea usted, sobre todo, generoso, humilde y coherente; tal vez pasado mañana, tal vez… pero ahora, no; ahora usted, no puede.
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