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Anda que ha tardado Pedro Sánchez en desvelar la verdad de su Gobierno!: que no es un Gobierno, sino una plataforma electoral. Con un incierto futuro y escaso margen de maniobra. Confesado ya en TVE que las elecciones generales no serán cuanto antes, sino lo más tarde posible, la plataforma electoral de ministros y ministras de Sánchez secundará con entusiasmo las dos ges de su creador: gestos y gastos.
El presidente Sánchez sabe, y Susana Díaz se lo recuerda en días alternos, que con 84 diputados no se puede gobernar, que ganó la moción de censura gracias a su compromiso de respetar el Presupuesto del Estado 2018 que elaboró el PP, que es muy difícil aglutinar la mayoría para un Presupuesto propio en 2019 y que nada importante es factible lograrlo sólo por decreto, sin leyes orgánicas u ordinarias.
Por eso él mismo y sus ministros han asumido, y anunciado, que la financiación autonómica va a tener que esperar, que la reforma laboral no será eliminada, sino retocada, que la eliminación del copago sanitario vendrá poco a poco, y así sucesivamente. Si la acción política realmente transformadora no es posible -no porque Sánchez se haya aventurado a gobernar con 84 escaños, sino porque los otros no le dejan gobernar, claro-, pasamos a la política de las dos ges: gestos y gastos. Los gestos, como la benemérita acogida del Aquarius -compatible con los abandonados Aquarius semanales en Andalucía-, la removida de los restos de Franco del Valle de los Caídos o la retirada de medalla al torturador Billy el Niño, apenas cuestan y lucen mucho. Son méritos para una campaña electoral.
Luego están los gastos sociales. Hay que subir las pensiones algo más de lo que había pactado el antisocial y retrógrado PP, mantener las autopistas cuyo rescate ya se ha anunciado, proporcionar tarjetas sanitarias a los inmigrantes irregulares, cubrir las mejoras de financiación de algunas autonomías y liquidar el copago de los jubilados. A diferencia de los gestos, todos estos compromisos significan menos ingresos y más gasto. Tacita a tacita, pueden desequilibrar las cuentas y poner en peligro el cumplimiento de las obligaciones sobre déficit fiscal. Algo que también se combate con una subida de impuestos, pero eso es la bicha. ¿Una plataforma electoral subiendo los impuestos en vísperas de unas elecciones? Increíble.
En fin, todo sugiere que lo más tarde posible va a ser cuanto antes (las elecciones).
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