LA TORRE DEL VIGÍA

Juan Manuel / Sainz Peña

Prohibido sonreír

NO soporto los pases de modelo, de verdad. No entiendo ese caminar forzado de las chicas, con una pierna delante de la otra, como si en vez de por una pasarela anduvieran por el cable de un funámbulo, tan deprisa que parecen a punto de caerse. No entiendo la delgadez extrema de la gran mayoría, huesos y sólo huesos unidos por muy poca piel, que cantara Manolo García en Los Burros hace la tira de años. Pero lo que menos entiendo es ese gesto de la cara, contraído, severo y antipático, como si más que vestir modelitos acabaran de echarles del trabajo.

He podido ver repetido el rictus de muchas de esas chicas en la pasarela flamenca celebrada en Jerez hace sólo unos días. Mujeres todas ellas guapas, de esas que crees que nunca van a envejecer o que no existen en la vida real, pero las he visto demasiado serias, ocultando parte de su brillo.

Me explicó una amiga que hay modistos que exigen ciertas pautas a las modelos. Así, algunos prohíben que sonrían, que pongan las manos así o de la otra manera. Y no lo entiendo, la verdad. Menos aún si lo que se muestra es un traje de fiesta como el de flamenca. Ropa que se luce, no lo perdamos de vista, en el Real de una Feria: la de aquí, la de Sevilla, o la de cualquier rincón de la Andalucía de jarana que celebra la vida con una copa de vino y un cante o un baile. Imagino que la juventud de la modelos, la belleza que muestran, muchas veces pueden eclipsar los diseños, pero no me parece razón de peso para privar a las modelos de un gesto que ilumina y realza la hermosura de quienes muestran sus encantos, vayan vestidas de flamenca o de lagarterana, pongamos por caso. La dictadura de la moda no puede ni debe llegar tan lejos como para cercenar con unas ideas absurdas algo tan bonito como una mujer que riza el rizo de la perfección con una espléndida sonrisa.

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