Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Puigdemont nos saca de esta

Al sistema de sufragio universal los tomas o los dejas, pero no vale despotricar de ellos cuando has perdido

La democracia es tan grande que aguanta que no haya un político al que no se llene la boca con su “grandeza”: bien mirado, debemos convenir que la expresión es pomposa, y plenamente vacía. Sí resulta más políticamente correcta –valga correcto por atinado, por posibilista– otra máxima aupada a perejil, que, como es bien sabido, es un ingrediente que va bien a todas las salsas porque, la verdad, casi no sabe nada, pero da color: “La democracia es el menos malo de los sistemas políticos”. Ok, lo compramos. La perfección no existe, aunque uno duda también de esta muletilla al volver a ver El Padrino II y El hombre que mató a Liberty Valance, o al releer –como hace este verano quien suscribe– Cien años de soledad, y, oh, al ver en fotos ya añosas el rostro y la figura juncal de la recién desaparecida Jane Birkin. (Ella merece el segundo terceto del divino soneto de Quevedo: “Su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, más tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado”).

Al sistema de sufragio universal y al reparto del poder según los votos establecido por alta Ley los tomas o los dejas, pero no vale despotricar de ellos cuando has perdido. Bueno, has perdido ganando, como le ha pasado a Feijóo; o, paralelamente, tu rival ha ganado perdiendo, como le ha sucedido a Sánchez, que es un político tan esencial, esto es, tan pragmático, que pactará con quien haga falta para, ignacianamente, no hacer mudanza –de La Moncloa– en tiempos de turbación... y alto voltaje bloquista. “Pues bieeen”, que diría Zp con gesto de iluminado cósmico: la clave del multipacto por venir al que no hará ascos Sánchez, para quien el único asco es Vox, va a ser (redobles, fanfarrias y bocinilla de los hermanos Marx, ¡moc-moc!) ¡Puigdemont!, el Tempranillo de Waterloo. Y el lisérgico acuerdo nos será vendido como la vuelta al redil de la Catalunya amontunada, un poquito golpista y exiliada. Vuelve a casa, vuelve, por septiembre. Hoy vas al juzgado, y mañana Dios dirá. ¿Lo verán nuestros ojos?

Resulta que, igual que al niño de los garbanzos de Paco Gandía no se le pueden dar carreritas, opá, al pueblo soberano no se le pueden dar más elecciones, ¡eso no! El bloqueo institucional no va a existir para quien, a unas malas, “carece de filtros”, como se dice ahora. Al niño sí se le pueden dar carreritas convocando elecciones exprés en plena ola de calor vacacional. Pero otras elecciones ante lo enmarañado del panorama y la chistera de los acuerdos múltiples y el resurgir de la tenaza del nacionalismo próspero, no. Eso no. Qué grandeza.

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