CATAVINO DE PAPEL

Manuel Ríos Ruiz

Recuerdo de La Antequerana, la cantaora sin rastro

EL próximo año se cumplirán los ciento veinte del nacimiento de Josefa Moreno, conocida artísticamente por La Antequerana, cantaora y cancionista que murió en Madrid en los años sesenta, sin que los investigadores del género hallamos encontrado su tumba ni los datos concretos de su fallecimiento. La Antequerana, de agitada vida a lo largo de su trayectoria profesional, despareció sin dejar rastro. Los que la escucharon cantar en los bares céntricos madrileños, en los que se ganaba la vida gracias a las propinas de los presentes, de repente la echaron de menos y nunca más se supo de ella, contaría entonces setenta y tantos años.

Y La Antequerana fue una artista de fuste. Después de cantar en Antequera, su ciudad natal y en otras localidades malagueñas, a los catorce años debutó en Jerez, concretamente en el café cantante La Primera, acompañándose ella misma a la guitarra y causado una gran admiración. Al año siguiente, en mil novecientos cuatro, fue contratada para actuar en localidades de Marruecos, cosechando nuevos éxitos. Volvió a Málaga, a sus cafés cantantes y seguidamente te trasladó a Madrid, reclamada por los empresarios. Su popularidad fue en aumento y le llevó hasta Nueva York y La Habana, en mil novecientos trece. Una fulgurante carrera en tierras americanas, que tras pasar por Méjico, regresó a La Habana, hasta que regresó a Madrid, en mil novecientos diecisiete, cubierta de joyas, según los cronistas de la época.

Entonces conoció a don Antonio Chacón, con quien cantaría en varios espectáculos que recorrían las plazas de toros, acompañándola a la guitarra el mismísimo Ramón Montoya. A partir de entonces alternó los cafés cantantes con las compañías en gira, entre ellas la titulada Ases del Arte Flamenco, en unión de La Macarrona, Faíco, El Estampío y El Mochuelo, entre otros, cuando corrían los primeros años veinte. Fernando el de Triana, en su libro "Arte y artistas flamencos", escribe: "La Antequerana tuvo una época en la que todos esperábamos que se colocara como lumbrera del cante levantino; después, sin que se sepa por qué causa, desapareció como por encanto del mapa artístico : además de que era una guitarrista muy buena".

En mil novecientos sesenta y uno, en el diario "Pueblo", se publicó la siguiente noticia: "El médico le ha dichos a Josefa Moreno que no debe cantar. Hace dos años padeció una bronconeumonía con principio de pleuresía y está en peligro su vida si lo hace. Mas no hace caso a su padecimiento, porque vive del cante y para el cante". En aquellos sus últimos años, el flamencólogo José Blas Vega, fue de los que la escucharon cantar por los bares castizos de Madrid, aficionados que en un momento dado denotaron su desaparición y no supieron más de La Antequerana, la cantaora que desapareció sin dejar rastro.

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