Hay estos días multitud de actos para celebrar el Día de la Mujer. Se conmemora un alzamiento por parte de las mujeres en 1857 para conseguir la igualdad frente a las míseras condiciones en que trabajaban. ¿Hay motivo de celebración? Me limitaré a exponer algunos datos. En el actual Congreso de los Diputados, garante y promulgador de leyes como la de Igualdad, todos los miembros de la Junta de Portavoces, son hombres. ¿Cuántas mujeres han visto intervenir en el debate de investidura de estos días? ¿Es esa la representación de la mujer en la sociedad de hoy, y de su participación en la política? Claro que al ver que las mujeres no suponen ni siquiera el 40% de los componentes del Congreso y el Senado, me explico que eso de la igualdad no es más que discurso sencillo. No queda ahí la cosa; días atrás, se celebraba como un acontecimiento el que ahora, 27 años después de constituirse el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, una mujer presida por vez primera una Sala. Igualmente fue noticia hace un año y pico que una mujer accediera a presidir una Sala Penal del Supremo tras 200 años. ¡Viva la igualdad cuando resulta que más del 50% de la judicatura está compuesta por mujeres juezas! Y tampoco la Universidad se queda atrás. ¿Cómo explicar que suponiendo las mujeres el 55 % del alumnado y el 58% de todos los titulados, solo representen un 40% del profesorado, apenas un 20% del total de titulares de cátedra, y que solo 11 mujeres sean rectoras de casi 80 universidades españolas? Es evidente que el día 8 debe ser algo más que actividades y discursos. Es hora de tomar medidas y obligar a quien corresponda a hacerlo. No se puede seguir denunciando cada 8 de marzo el techo de cristal sin decidirse a romperlo, ni que la mujer gane un 28% menos que el hombre sin que nadie haga más que quejarse por ello. En fin, que no puedo felicitar a ninguna mujer por el Día Internacional de la Mujer porque creo que no tienen nada que celebrar. Eso sí, puedo, y así lo hago desde estas líneas, expresarles lo que siento por todas y cada una... ¡Respeto!