Carlos / Colón

Retablo de la corrupción

La ciudad y los días

10 de enero 2013 - 01:00

CONTINÚA la farsa catalana. El mismo día que se anunciaba el esperpento del Consejo Catalán para la Transición Nacional se hacía público que, tras un proceso judicial que sólo ha durado 14 años, Unión Democrática de Cataluña reconocía haberse financiado con fondos europeos destinados a la formación de parados. Lo de la aplicación de la ley a velocidad de caracol no es una novedad. Lo del reconocimiento de culpa sí lo es: por primera vez en nuestra historia democrática un partido político reconoce que se ha servido de fondos públicos para su propio beneficio.

Como ustedes ya saben, tras aplicarse a petición del fiscal los atenuantes de reparación del daño e indebidos retrasos en el proceso, todo ha quedado en unas multas y unas leves penas de cárcel que no se cumplirán. Los servicios jurídicos de la Generalitat han exprimido las leyes hasta hacer posible este apaño: la letra de la ley contra el espíritu de la ley. Y ni Duran Lleida -que afirmó que dimitiría si se probaban las acusaciones- ni nadie en UDC ha dimitido.

Hace doce años Duran Lleida sacó pecho, negó tajantemente la financiación fraudulenta que ahora su partido admite y achacó las acusaciones a una campaña política contra él. ¿Les suena de algo esto de intentar tapar robos y corrupciones envolviéndose en una bandera, en una nación o en las siglas de un partido y achacar las acusaciones a una campaña orquestada por los opositores?

Son españolísimos estos catalanes, a su pesar. Es españolísima la lentitud y la manga ancha para los políticos de los servicios jurídicos de la Generalitat. Es españolísima esta práctica de financiar los partidos de forma irregular. Es españolísimo este donde dije digo, digo Diego. Es españolísimo este irse de rositas después de meter la mano. Es españolísimo este apelar a la patria (grande o chica, constituida o en fase de "transición nacional") para justificar toda tropelía.

No se irán nunca. No pueden. Llevan lo español en los genes. A este país no lo unen ni la historia, ni la cultura, ni la lengua, ni la Constitución, ni tan siquiera la telebasura o la selección nacional de fútbol. Lo unen los Gürtel, ERE, Pallerols, Palau, Instituto Nóos o caso Pokemon que vertebran España de norte a sur y de este a oeste. Unidad de destino en la corrupción. Aunque estas cosas no pueden decirse porque dañan la democracia. Cosa que, por lo visto, no hace el binomio corrupción-impunidad.

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