La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Sánchez y el periodismo de sastrería

Sánchez actualiza la caricatura de "los nacionales" metiendo en el barquito al plutócrata, al PP y la libertad de prensa

Sé que la derecha económica, política y mediática quiere que los progresistas nos rindamos y no nos vamos a rendir" dijo Sánchez en la entrevista que TVE y Xavier Fortes le cortaron a la medida como si la televisión pública nacional fuera una sastrería de Saville Row -digámoslo así en estos días de tan fantástica pompa y circunstancia británica- y el entrevistador fuera el mismísimo Henry Poole, creador allá por 1860 del esmoquin para mayor comodidad del príncipe de Gales y futuro Eduardo VII, poco amigo de las colas de pingüino del frac que la etiqueta exigía para cenar. Porque no me digan que no es de maestro sastre de fuste, que ve con satisfacción cómo su cliente se mira ante el espejo para ver como el magnífico traje cortado a su medida realza su figura, la ya famosa frase que Xavier Fortes dirigió al presidente al término de la entrevista, creyendo que los micrófonos estaban cerrados: "Bueno, muy bien, ¿no?".

Es preocupante que Sánchez insista una y otra vez en un discurso de enfrentamiento que sitúa a cuantos discrepan, critican, hacen oposición o simplemente opinan en una especie de conjura política, económica y mediática que los unifica como un frente de ricos y poderosos fumadores de puros que conspiran en cenáculos y tienen a su servicio a un partido -el PP, naturalmente- que defiende sus intereses machacando a la mayoría social y pisoteando a los más desfavorecidos, y, como último eslabón, a una división mediática manipuladora y tóxica. Por lo visto le molesta e incluso le irrita que haya partidos políticos que se opongan a él (y que hasta, como en Andalucía, ganen por goleada a los suyos) y medios de comunicación libres que opinen lo que su línea editorial decida y sus columnistas estimen oportuno. Parece como si le molestara, por ello, la mismísima democracia.

La burda estrategia propagandista de Sánchez -de poco éxito, eso sí: la entrevista cortada a su medida tuvo una paupérrima audiencia- recuerda el famoso cartel republicano en el que, bajo el lema de "los nacionales", se juntaba en un barquito a un militar, un obispo, dos moros y un plutócrata con monóculo y chaqué llevando en la mano un saco de dinero. En la versión de Sánchez en el barquito faccioso navega siempre el plutócrata con su bolsa de dinero, acompañado ahora por Feijóo y un director de periódico no amigo. Grotesco. Pero preocupante en la medida que excita prejuicios populistas.

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