Tierra de nadie

Alberto Núñez Seoane

'Hecer'

‘Hecer’ es un palabro que me he inventado. Su ‘etimología’ viene de unir el verbo ‘hacer’ con el sustantivo ‘heces’, es decir: ‘hecer’ es ‘hacer heces’, o sea: cagar. Puntualizando, ‘hecer’ se refiere a la acción de ‘cagar’ referida a algo, es decir: ‘cagarla’, o sea: fastidiarla, estropear algo, descojonar –en el sentido de destruir, no de partirse de la risa-, hacer un estropicio, destrozar, pifiarla, y de modo más generalizado: hacer el gilipollas, obteniendo como resultado que todo se vaya al carajo.

Verán, es que estaba buscando el término adecuado para calificar la saturación de estupidez que se palpa aquí y acullá; trataba de encontrar un sinónimo de ‘hacer memeces’, ‘ser tonto a las tres’, portarse como tal, ‘actuar con supina majadería, o como un lerdo absoluto’, ‘asumir la actitud de un melón, pedazo de carne con patas, o torpe obtuso’; todo ello, para tratar de adjetivar, de modo conveniente y preciso, a los responsables, y ‘responsablas’, del nivel de simpleza mental en el que están enfangados la ingente cantidad de mamarrachos que asaltan cada día nuestra intimidad sin recato alguno, sin la más mínima de las consideraciones, sin rastro de habilidad, ingenio o inteligencia; y, ¿saben qué?, no lo encontré…

Pero, de repente, acudió a mi mente la inconfundible imagen de un tremendo mojón, un mojón colosal, desmedido, brutal… Era una suntuosa cantidad de pura mierda, que se me mostraba como el fiel reflejo de los dimes y diretes que unos y otros nos espetan, sin compasión, cada jornada. ‘Hecer’, eso es lo que hacen con nuestro tiempo los relevantes ‘personajes’ que se adueñan, sin permiso, de segundos, minutos y horas que nos pertenecen. ‘Hecen’ como sólo ellos, y ellas, saben, son auténticos y singulares maestros en ese arte: el sublime arte de ‘hecer’.

Da igual que ‘pongas’ este o aquel informativo en televisión, que sintonices una tertulia u otra, que escuches a los ‘expertos’ de turno, a los ‘líderes’ políticos o a sus correveidiles, que aguantes, más de un minuto –si eres capaz-, a cualquiera de los contertulios de los infumables ‘gazpachos’ que se montan ellos solitos; da igual que leas opiniones, programas electorales, promesas, o narraciones de hechos acontecidos y metamorfoseados hasta el más grotesco de los absurdos, da igual…; salvo honrosas y escasísimas excepciones, lo que hallas es ‘ilustrísimos’ personajillos ‘heciendo’, lo que mejor saben hacer.

No hay término o acepción en el diccionario capaz de describir en toda su extensión, crudeza e intensidad, las inimaginables cotas de palmaria gilipollez en grado supino, de bajuna vulgaridad e ignorancia grosera, a las que se ha llegado; no lo había… ahora sí: ‘hecer’; bueno, no aún en el diccionario, pero todo se andará.

Voy a proponer, con toda humildad, a la Real Academia de la Lengua Española que, por favor, acepten a mi ‘criatura’. Voy a insistir para que den cabida, en las sabias y doctas páginas del Diccionario, a este nuevo verbo regular, de fácil conjugación –y consumación-, para que así podamos calificar, con acierto y proporción, la conspicua actividad a la que, con frenética e incansable intensidad, dedican sus desvelos y energías todas la ingente parva de inútiles, incapaces, torpes y mediocres que ‘cuidan, velan o protegen’ nuestro destino, con la honestidad, diligencia y efectividad que de ellos nunca podremos esperar porque, digamos, lo que es propio y consustancial con su condición nada tiene que ver con ninguna de esas tres probidades. Para que podamos calificar, también, la ‘ejemplar’ tarea de los que ‘informan’, o desinforman –igual les da…-; de los que dirigen, ordenan, disponen y mandan; de los que creen que, sólo por el hecho de que a ellos les vale todo, todo pueda valer…; calificar, también, la labor de profesionales y ‘profesionalas’ de las alcantarillas, firmes defensores de lo único que conocen: ratas, hedor y mugre. Calificar, en fin, la deprimente gestión de toda la reata de mamíferos -no rumiantes pero rumiadores, no cuadrúpedos pero cuadriculados, no cornudos pero con cuernos en vez de seso- que en lugar de vivir y dejar vivir, quieren vivir sin dejarnos hacerlo… y a nuestra costa.Apreciados lectores -supongo que alguno habrá por ahí-, “cuando vean a su vecino hecer, pónganse a remojar”, sí… pero váyanse también por pies, rápido y sin pensarlo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios