Crónica Personal

Tercer capítulo

En España llevamos tres años amparando desde el Gobierno a quienes prepararon una intentona golpista en Cataluña

Primero fue la sedición, después la malversación y en círculos independentistas catalanes aseguran que su nuevo objetivo es arrancar a Pedro Sánchez la aceptación de un referéndum. Sería consultivo, dicen. Cualquiera que sepa cómo se las gastan los independentistas, adivina que no dudarán en transformar algo consultivo en asunto de obligado cumplimiento; y cualquiera que sepa cómo se las gasta Sánchez tienen razones para echarse a temblar: en los tres años de Presidencia ha quedado patente que su capacidad de mentir y de engañar es infinita, pero en cambio los independes han cumplido minuciosamente todo aquello que prometieron poner en marcha.

Ya podemos prepararnos para el tercer acto de esta patética historia de componendas entre Moncloa y el Palau de la Generalitat: comenzarán las negociaciones para que Sánchez y adláteres acepten el referéndum sobre el que nos abrasarán explicando que no es vinculante y solo busca conocer cómo respiran los catalanes… y luego harán lo que mande ERC.

Cuando las instituciones peruanas acaban de abortar un golpe de Estado promovido por su propio presidente, y la Justicia argentina acaba de condenar a prisión e inhabilitación a su vicepresidenta y ex presidenta por corrupción, en España llevamos tres años amparando desde el Gobierno a quienes prepararon una intentona golpista en Cataluña. Que duró ocho segundos, pero fue intentona. Además, pensando en un futuro en el que puede haber actuaciones judiciales contra leyes promovidas por el Gobierno, o por sus socios, desde Moncloa se han puesto en marcha mecanismos muy bien diseñados para poner a personas de confianza al frente de las instituciones, no vaya a ser que alguno de los recursos triunfen y tiren por la borda iniciativas propuestas por el ala extremista del Gobierno. Propuestas que acaban apoyando todos los ministros aunque sea con escaso entusiasmo, pero las apoyan. No se sienten con valor para echar abajo leyes que forman parte de los acuerdos de Sánchez.

Leyes en muchos casos que, además de defender los intereses de sus socios, pretenden imponer a los españoles un modelo de sociedad en el que todo está medido para que no haya ciudadano cuyas actuaciones queden fuera del control del Gobierno, incluidas las que ocurren dentro de las cuatro paredes de su dormitorio, la forma de educar a los hijos en casa o la manera de tratar a las mascotas, que deben seguir el criterio de Montero y Belarra. Qué pena que la Internacional Socialista no sea una entidad de tan escasa relevancia… Una oportunidad perdida para que Sánchez se sintiera tentado de abandonar Moncloa y nos dejara vivir en paz.

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