Tierra de Nadie

Alberto Núñez Seoane

Angustia y miedo

No soy médico psiquiatra, tampoco psicólogo, por lo que lo escrito en estas líneas son sólo opiniones personales basadas en mi propia experiencia y en lo mucho leído. Miedos y angustias son asuntos muy complejos, no intento dogmatizar sobre ellos, únicamente bosquejar, de modo tan somero como permite un corto artículo de opinión, el sentido que les doy y las consecuencias que de su padecimiento intuyo y supongo.

'Miedo' es la sensación de gran temor que experimentamos ante algo que identificamos, algo que conocemos; por el contrario, 'angustia', lo es a algo que no sabemos lo que es, algo que desconocemos.

El miedo es más fácil de controlar que la angustia. Aun siendo difícil o muy difícil, a veces casi queda fuera de nuestro alcance, ese control del miedo es factible -por eso hablamos de personas valientes, muy valientes, o de héroes- porque somos conscientes de a qué nos enfrentamos, sabemos cual es la causa que provoca ese gran temor que nos invade, conocemos a nuestro enemigo.

La angustia, por contra y a mi entender, es mucho más complicada de controlar. La sensación de peligro es mucho más pronunciada cuando experimentamos lo que conocemos por 'miedo' que cuando nos referimos a la 'angustia', sin embargo, el hecho de que en este último caso no sepamos cual es la razón de nuestra ansiedad, conlleva una mayor dificultad a la hora de intentar superarla.

El miedo, si no se controla, aumenta de modo progresivo su presión sobre nosotros, cuando alcanza niveles extremos se convierte en pánico. En este estado, la persona que lo padece esta por completo a merced del causante de la sensación que lo posee, no puede mantener la coherencia, su capacidad de decisión está anulada por completo, y es capaz de hacer “lo que sea” para salir de la situación que le aterroriza.

La angustia es, desde mi punto de vista, incontrolable. No es, ni de lejos, la sensación opresiva que supone el miedo, no tiene la capacidad de 'sumisión' que aquel posee, pero su potencial destructivo es demoledor.

Cuando sufrimos de angustia no sabemos, con exactitud, el motivo que la provoca, ignoramos la identidad del enemigo que nos subyuga. Al miedo, sin embargo, podemos hacerle frente. Es el caso del torero, que vence su miedo para enfrentarse a lo que puede matarle: el toro; o del soldado que, dominando su pavor, salta de la trinchera para hacer frente a las balas que pueden acabar con su vida; o del cazador, que aguanta impasible, controlando su temor, la carga de un elefante o un rinoceronte, sabiendo que, si falla el único disparo al que tendrá opción, el animal le dará muerte; o el caso extremo del héroe: consciente de la certeza de que su acción lo matará, por tanto sometiendo el miedo que sin duda siente, sacrifica su vida para salvar otra. La angustia, sin embargo, nos envuelve poco a poco, pero sin tregua; no podemos dominarla porque desconocemos a qué nos enfrentamos. Esta sensación de impotencia extrema se une a la de la propia angustia, ejerciendo un efecto multiplicador de consecuencias inimaginables. El miedo destroza en un momento, cuando, descontrolado, alcanza el pánico; la angustia destroza lentamente, haciéndonos presas de un vacío sin fondo, de un tiempo que amenaza y parece no transcurrir, de un desespero que nuestra naturaleza no está preparada para afrontar.

Y no es esto todo. Parece que hay circunstancias en las que las dos sensaciones fuesen capaces de convivir, amalgamándose entre ellas, provocando una cohabitación terrorífica en la que angustia y miedo, miedo y angustia, coexisten enraizadas muy dentro del espíritu de las personas. Sabemos que hay un enemigo ahí fuera al que tememos, pero al que hemos de vencer, si no lo hacemos será él quien acabe con nosotros; pero no sabemos cuándo ni cómo nos atacará, desconocemos si terminará por hacerlo o lo hará antes contra otros que nos importan tanto como nosotros mimos. Podríamos armarnos de valor y hacer frente a la amenaza que nos asusta, pero no podemos desprendernos de la angustia que nos provoca todo lo desconocido que envuelve ni somos capaces de atisbar como de funestas podrán llegar a ser…

¿Les 'suena' esto de algo?

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