El balcón
Ignacio Martínez
Sota de Espadas
Descanso dominical
Lo de la 'Calle del Infierno' es una trampa. Ojo. Para empezar no es una calle, son muchas más. Es una especie de laberinto, un complejo entramado de estrechos pasadizos, un garabato hecho a mala idea, una red inmensa que ríete tú de la Medina de Fez y que siempre, siempre termina en las inmediaciones del carromato del bingo, donde vive ese señor que lleva 45 años cantando los cartones con la misma pasión que un notario leyéndote los derechos que te asisten como cliente en la fase precontractual de la firma de una hipoteca. Siempre me ha llamado poderosamente la atención en ese lugar el hecho de que ¡hay gente jugando! A ver, en qué momento te planteas ir a la Feria y dedicar tu tiempo en echar unos cartoncitos. Cómo se lo dices a tu pareja. Cariño, hemos quedado a comer con los amigos en la caseta de VORS, después nos iremos a escuchar flamenco a la Buena Gente y a media tarde, cuando estemos en lo mejor del querer, vamos al bingo que este año sí que nos llevamos la yogurtera.
Porque claro, lo de ir a los cacharritos es otra cosa, eso sí es un proceso natural para los que somos papis y mamis. Sabes te va a tocar. Y más de una vez… Este año el del Ratón Vacilón ya me saludaba por mi nombre y me preguntaba por la familia. ¿Otra vez? Oootra vez. Llevo incrustado en las sienes el ¡Ay, que te como, que te como! que suena del orden de 17.000 veces cada media hora en tan entrañable atracción para toda la familia. Que dices tú, para toda la familia son dos medias de Tío Pepe, unos refrescos, un poquito de jamón del bueno, una ración de gambas y unas lagrimitas de pollo. Eso sí que es para toda la familia y cuesta más o menos lo mismo porque vaya telita con la inflación de los cacharritos. Cinco euros el viaje. Ahí no mienten, porque el viaje que te pegan con el ticket es menudo. Yo decía, anda a ver si por este precio el de la taquilla te sonríe cuando está recogiendo el dinero, pero qué va. Te tiran los boletos en el mostrador sin mirarte a la cara, como el que le está echando serrín al suelo.
Según Dante, el infierno está compuesto por nueve círculos concéntricos, que se van achicando y enterrando más profundamente en dirección al centro de la Tierra. No sé yo qué decirte. Yo lo veo más como una explanada llena de luces, con Daddy Yankee dando berridos a todo meter las 24 horas del día y una gente muy rara jugando al bingo. Lo bueno de este infierno, eso sí, es que se puede volver para contarlo.
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