David Puerto Román

El amor de mi vida

29 de septiembre 2023 - 03:02

Habitualmente, he escrito en estas páginas temas de actualidad, de sociedad, política, deportiva, cofrade o vitivinícola. Pero hoy viernes que vuelvo a manchar de tinta este Diario de Jerez, ahondaré con vuestro permiso en mi corazón. Y es que mañana sábado me caso con el amor de mi vida. Con la mujer de la que me enamoro cada día, como si fuera el primero. La que me cambió el devenir desde el momento que la conocí.

Por eso, esta carta abierta de amor a la que un día me abrió las puertas de su corazón, para hacerme siempre feliz. Ante Dios pondré todo el amor que recibo cada segundo. Y a Dios daré gracias por hacer que ella se cruzara en mi camino. Y no hay nada como quererla. Porque ella hace pequeñas las montañas de arena que me creo por tonterías, o sabe calmar unos nervios, un momento amargo o un malestar, con tan solo un beso. Ella es mi sonrisa eterna, que hace que se me olvide todo y que hasta el tiempo se pare. Y es la bendita rutina de un tan simple ‘buenos días’ y un cansado ‘buenas noches’.

Y doy gracias porque no todo el mundo tiene la suerte de encontrar este amor tan bonito y correspondido. Un amor de puertas abiertas. Un amor de aire fresco, como cuando buscas recoveco entre las calles sombrías y aledañas a una playa en pleno verano. Porque ella es frescor de las mañanas, ese que te eriza la piel; o la calidez de una chimenea en una noche de invierno. Y es la conexión infinita de una mirada, que sin decir nada, te lo está contando todo. Es este amor la chispa que todo el mundo necesita en la vida. Para lo bueno y para lo malo. Ella es la paciencia infinita. La chispa que arregla todo con un abrazo. La chispa que enloquece hasta al más cuerdo. Ella es una mano alzada en un baile sin fin. Es la pieza que encaja con mis amigos, como si siempre hubiera estado ahí. Y ella es el puente hacia el amor de una Madre, la dolorosa Reina de los Ángeles. Ella es amor del sencillo. Del que no necesita demasiados aspavientos para demostrarlo. Es un te quiero sin filtros; contado, cantado o escrito. Es Ella.

Ya se lo contaba a mi buena amiga Ague desde el principio. Y Ella me hace ser yo. Sin máscaras. Tal cual. Por eso, hoy viernes, a pocas horas de ponerme frente a Dios y junto a ti, Vicky, te dedico esta carta –la última que quedaba por escribir antes de la boda– y que se ha retrasado para gritar con palabras todo lo que te quiero. Que vivas y sueñes despierta. Que mañana será, probablemente hasta el momento, el día más feliz de nuestras vidas. En el que nos emocionaremos y reiremos sin parar. Y gracias siempre por hacerme vivir. Porque cada segundo que estoy contigo, todo es especial. Llevamos mucho tiempo preparándolo. Y ya, mañana, seremos marido y mujer. Vamos a disfrutarlo. Te quiero.

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