Tribuna libre

Manuel Carlos Ordás de Aranda

Historiador

Las armerías en la reconquista de Jerez. El curioso caso de los Palomino

Capilla Cuenca, Santo Domingo.

Capilla Cuenca, Santo Domingo.

NO es carente de interés que el estudioso de las armerías procure desvelar cuáles fueron los escudos de armas portados por los caballeros que acompañaron al monarca Alfonso 'el Sabio' a reconquistar la Baja Andalucía. Si hablamos de la reconquista de Sevilla, claro está que podemos intuir sin mucha dificultad algunos de ellos, entre los que conviene nombrar los ornados con calderas, portados por los magnates de las Casas de Lara y de Guzmán; aquellos con el campo de plata y los roeles de azur, usados por los Castro; los que llevaban pintados, dos lobos de sable en un campo de plata de los ricos hombres de Haro; los de oro pleno, de los palentinos Meneses; los que lucieron un jironado de gules y oro, de los Girón; los de varios infantes de Castilla y León, que llevaron con modificaciones varias los escudos reales de León y de Castilla; algunos más pertenecientes a los principales linajes de los reinos peninsulares periféricos y hasta otros que nos vinieron de allende nuestras fronteras.

Nuestro interés se centrará en Jerez de la Frontera, particularmente en las armerías que trajeron los linajes que se asentaron en la ciudad y dejaron su descendencia en ella. Sí nos consta que en la reconquista estuvieron las calderas de los Lara, las mismas que llevó el primer alcaide del reconquistado alcázar, Nuño de Lara, como también podemos afirmar que hizo acto de presencia el emblema de oro, castillo de gules de los Carrillo, de Gómez Carrillo, lugarteniente de don Nuño; y ambas armerías aparecerían junto a las de algunos otros ricoshombres y caballeros cuyo asentamiento en la ciudad no se produjo y no estudiaremos. Pero, de los linajes aquí afincados, ¿qué podemos decir de sus armerías?

Michel Pastoureau, en su Traité d’héraldique, en la página 47, es tajante al afirmar que "en los comienzos del siglo XIII, toda la nobleza occidental parece usar armas". Ello nos lleva a suponer que al menos los que fueron llamados "cuarenta y dos caballeros del feudo" sí lucieron sus armerías en la campiña jerezana en la ocasión mencionada. Pero si descendemos en el orden de importancia de los guerreros que reconquistaron la ciudad, el atribuirles armerías a los llamados "caballeros ciudadanos" se presenta más complicado; y así, de los que llegan formando parte de ese grupo -Trujillo, Natera, Gatica y algunos más- consideramos seriamente la posibilidad de que sus emblemas heráldicos se vieran en esos remotos tiempos en que Jerez dejó de ser musulmana, mas sin afirmarlo. Si abordamos el problema en el formado por los peones, entre los que destacaríamos al primer Villavicencio y al primer Zurita (1), linajes que, por otra parte, ilustrarán brillantes páginas de la historia jerezana, estimamos que carecieron de armerías.

Solamente seis estirpes son las pertenecientes al grupo de los cuarenta y dos caballeros hidalgos que dejaron descendencia en Jerez: Vargas, Mateos de los Buenos Hijuelos, Orbaneja, Cañas, Pavón y Palomino (2). Excepto de los Mateos, de todos los demás conservamos muestras heráldicas en Jerez, si bien ninguna pertenece a los tiempos medievales de los que venimos hablando. De los Orbaneja solamente una muestra reciente se conserva, en la casa donde nació don Miguel Primo de Rivera y Orbaneja: un azulejo policromado en el que se cuartelan con las armas de Primo de Rivera, Sobremonte y Pérez de Grandallana. Aparecen ahí representadas como un escudo partido, 1º de plata, torre de gules, 2º de plata, dos mazas ¿de su color? puestas en faja; bordura general de gules con ocho aspas de San Andrés. De los Pavón hay una bella muestra barroca en el sarcófago de mármol rojo del calatravo don Miguel Pavón de Fuentes (+ 1650), en la Iglesia de San Miguel. Figura ahí el pavo, armas parlantes de los Pavón, las que también vemos en la escalera de la casa palacio del linaje López de Carrizosa, en la calle de la Liebre, en escudo ya del siglo XIX (3). De los Cañas subsisten, en el número ocho de la calle Francos, sus armas parlantes, las tres cañas, partidas con las de Hinojosa, en la fachada, y varios capiteles coloreados con sus armas puras en el interior; ejemplares ya de tiempos barrocos.

Aunque no medievales, las que se encuentran en la Iglesia de Santo Domingo, en la bella capilla que levantó la familia Cuenca, son las armerías más antiguas que hay de los mencionados linajes. Encargada por el caballero veinticuatro Francisco de Cuenca, dieron comienzo las obras en el año de 1524, siendo terminadas en el de 1545. En el recinto tenemos ocho escudos, cuatro de ellos pétreos, dos en la fachada que da a la nave del Rosario y otros dos en la portada que se asoma a la nave principal; y otros cuatro de hierro, uno en el centro de la rejería de la nave del Rosario, y otros tres en la de la nave principal. Los que ocupan el centro de las rejas presentan las armas puras del linaje de Cuenca: dos cálices puestos en pal, el de arriba puesto boca abajo; los seis restantes se muestran partidos, presentando el emblema Cuenca en su primer cuartel, y un segundo cuartel que analizaremos a continuación.

Presenta un cortado cuya parte superior nos muestra unos morillos y un llar del que pende una caldera con llamas debajo; su parte inferior o segundo cuartel lleva dos lobos en pal. El escudo está repintado de negro, al igual que los otros de hierro, pero los esmaltes originales los conocemos, en parte, gracias al estudio de Domínguez Cubero y Romero Bejarano (4): "… los escudos de las armas las cuencas doradas e el cuerpo colorado e la caldera negra con sus llamas e lobos…". Esta parca descripción de los esmaltes queda completada con un documento de Hidalguía referente al linaje Palomino (A.H.P.C., Diversos, nº 506) en el que vemos el cuartel primero de azur, tres lises, de sable, en el jefe y puestas en faja, que no aparecen en las rejas; y el de los lobos aparece con el campo de gules. Precisemos que las armas de la alcuña de Palomino son las del cuartel de la caldera, siendo el de los lobos armerías parlantes del patronímico López.

Calle Visitación, nº 3. Calle Visitación, nº 3.

Calle Visitación, nº 3.

En la calle Visitación, en su número tres, se conserva, en su patio, un capitel armoriado de López Palomino. Si lo comparamos con los escudos de Santo Domingo, percibimos ciertos cambios: la caldera aparece sola, sin morillos, ni llar, ni llamas; figura asimismo una bordura de aspas que no estaba en Santo Domingo, aunque sí en el documento citado; vemos las tres lises del documento, y, finalmente, en punta, y ya exteriormente al campo del escudo, observamos unas ondas de agua que tampoco se muestran en Santo Domingo, pero sí en el documento.

Las aspas de la bordura podemos entenderlas como mero aditamento sin importancia -muchos linajes las añadieron para significar su presencia en la reconquista de Baeza, pero es pretensión corrientemente infundada-, y que con toda probabilidad no figurarían en las armas originales del linaje, como tampoco lo harían los lobos en las del caballero reconquistador Ferrán Yuañez Palomino. Sí importa reparar en las ondas de agua, esmaltadas de plata y azur en el documento. No pueden ser otras que las armerías de los Vargas, otro de los linajes de "los caballeros del feudo", estirpe de la que nada ha de extrañar ver sangre en estos Palomino. Por otra parte, el cuartel de los lobos conjeturamos que obedezca a que doña Juana Sánchez Palomino, madre del Francisco de Cuenca que funda la capilla, fuese hija de un caballero Palomino que usase el patronímico López.

Esta familia es tratada por Rafael Sánchez Saus en su obra sobre los linajes medievales de Jerez, aunque concediéndole escasa importancia. Ni siquiera menciona al reconquistador heredado en San Marcos, si bien en el posterior estudio "Los caballeros jerezanos en la 'Nómina de la Frontera' de 1290" sí nos hace constar su destacada presencia como hidalgo en la reconquista. Estirpe oscurecida en el transcurso del tiempo, parece resurgir con cierta notoriedad en la vecina ciudad de Arcos de la Frontera, donde nos dejaron dos escudos de armas del siglo XVII.

Tanto en el ubicado en la calle San Pedro, en una de las mejores mansiones de la ciudad, como en el del templo de San Agustín, dispuesto en una pechina, figuran sus emblemas cuartelados con los de otros linajes. Pero advertimos en ambas representaciones no pocas variaciones respecto a las ya vistas: los morillos, llar, llamas y lises (5) han desaparecido definitivamente, igual que las ondas en punta, mientras que las aspas de la bordura se han fijado definitivamente. Pero lo más llamativo es que la caldera se ha convertido en dos, puestas en faja, y acompañando a un palo o bastón.

Cabe que la metamorfosis comentada sorprenda al profano, aunque ya Menéndez Pidal nos advierte de que es algo muy normal, y también nos previene que solamente no ocurría en los linajes de la primera nobleza. Pero, sin ánimo de dar lecciones al maestro, hemos de apuntar que hasta en los de primerísima fila vemos a veces metamorfoseadas sus armerías.

  • (1) De las armas de Zurita, campo de azur y banda engolada de oro, afirmó Hipólito Sancho de Sopranis que fueron concedidas cuando la batalla del Salado (1340). No solamente creemos verosímil la afirmación por provenir del gran estudioso que fue don Hipólito, sino que, a mayor abundamiento, conviene atender a la gran amistad que le unió con el erudito contemporáneo suyo Marqués de Campo Real.
  • (2) A destacar que esta nobleza de la primera hora no será la que más peso tenga en el Jerez de siglos posteriores.
  • (3) En Sanlúcar de Barrameda tenemos otra muestra emblemática de los Pavón, en una lauda de la Iglesia de Santo Domingo, escudo ya del siglo XVIII.
  • (4) José Domínguez Cubero y Manuel Romero Bejarano, ‘La capilla de los Cuenca en Jerez de la Frontera y la presencia de la rejería jiennense en el lugar’, Boletín. Instituto de Estudios Giennenses, 218 (2018).
  • (5) No creemos que los vegetales formasen parte de las armas primitivas, sino que posiblemente fuesen remates, más o menos artísticos y evocadores de la flor, que coronarían el artilugio llamado morillo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios