La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La barriga de Rihanna

Tenemos demasiadas brechas para permitirnos un feminismo encorsetado, de libro y de carné

No hay forma de acertar. No al gusto de todos y, mucho menos, cuando no te puedes salir del guion, de lo preconcebido, de lo políticamente correcto. ¿Hay un feminismo de libro? Pues parece ser que sí.

Leo, desconcertada, que Shakira la ha liado parda por meterse con Piqué. Y no lo dice el futbolista ni su nueva novia (la dulce Clara) sino feministas con carné (aspirantes a pedagogas, psicólogas, terapeutas sociales…) que, muy en su papel, nos dejan bien claro que nada de su revancha musical (¡con lo viejo que era en el mundo de la copla!) tiene que ver con el verdadero "empoderamiento". Que le ha podido el odio, que vaya ejemplo para sus "pobres hijos"...

A ver. Se ve que soy muy plana. Shakira pudo cantar la misma basura que escuchamos a diario a los dioses del reagatton (esos que nos quieren en modo florero y sumisas) pero dijo cosas como ésta: " Te creíste que me heriste y me volviste más dura / Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan". Shakira no deja de hacer caja, sí y millonaria, pero está llegando donde los medios ni soñamos, donde los políticos querrían y donde el feminismo se lo juega todo: porque depende de las nuevas generaciones que consolidemos lo que tenemos (y avancemos) o demos pasos atrás. Es así de sencillo. A pie de calle, en los barrios de nuestras ciudades y en las discotecas. Donde la opinión pública no es de las élites sino de la gente.

Me dirán que peco de ilusa. Puede. Pero no dejé de pensar en este lío del empoderamiento cuando vi este lunes a Rihanna, luciendo barriga, en el explosivo show del Half Time de la Super Bowl. Es el evento deportivo más importante de USA. Todavía tengo el vértigo metido en el cuerpo. No soy capaz ni de imaginar el caché de la artista de Barbados para subirse, cantar y bailar, en esa plataforma futurista. Me pareció espectacular. No solo el exclusivo mono rojo de Loewe, también su derroche de naturalidad. De normalidad. Poco me importa si su anuncio estaba planificado y pagado extra. Vi a una mujer, a una artista, orgullosa de ser madre y cumpliendo su contrato.

Hablamos mucho de lo importante que es educar por la igualdad desde abajo y nos olvidamos del impacto masivo que tiene si (también) se hace desde arriba. Convirtiendo en cómplices a quienes mueven los hilos y construyen nuestro imaginario colectivo. Como ha hecho Cameron con su guerrera embarazada en la nueva saga de Avatar. ¿No tenemos demasiadas brechas para ser exquisitos?

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