Cuarto de muestras
Carmen Oteo
Otra vez
Entre paréntesis
Benditos bares' fue el lema de la campaña de la más conocida multinacional de las bebidas, Coca-Cola, para apoyar a la hostelería en los difíciles tiempos de la pandemia. Otras muchas empresas también pusieron en marcha iniciativas similares para aliviar el daño que las medidas restrictivas causaron en uno de los sectores más importantes de este país o, al menos, aporale moralmente. El 'boom' que vive la hostelería después de los momentos más duros (ojo, la pandemia aún no se ha ido) ha sido consecuencia en buena parte de todo ese tiempo en el que los ciudadanos hemos permanecido bien en casa o mirando el reloj en una terraza hasta que nos echasen. El verano que oficialmente terminó hace ya varias semanas recuperó en este sector cifras anteriores a la pandemia y ya en pleno otoño se mantiene bastante actividad, algo que antes no pasaba. Con todo, como octubre y noviembre siempre han sido meses malos para la hostelería, desde la Diputación provincial se ha puesto en marcha un proyecto cuya utilidad y eficacia ha quedado demostrada en grandes ciudades como Santander y Bilbao y que consiste en unos bonos descuento para hacer más atractivo el consumo en bares y restaurantes de la provincia. Algo así como que la Diputación (nuestro dinero) paga la segunda tapa o copa. Rebajas importantes que invitan a regresar a esos locales y no a quedarse en casa aguardando a una Navidad que, por cierto, cada vez empezaba antes, al menos en Jerez, cuando aún no conocíamos la pandemia. Y es que en la ciudad ya se oyen de lejos los sones de las zambombas que, todo parece indicar y crucemos los dedos, volverán a llenar el calendario festivo muy pronto.
No es casualidad, por ello, que en próximos días se les vaya a tributar un merecido homenaje a los 'pioneros' de la hostelería contemporánea jerezana a través de una asociación, Hostelería de Jerez: Faustino Rodríguez Marín, del Bar Juanito, Juan Hurtado Zambrano, del Restaurante Gaitán y, a título póstumo, Antonio García Archidona, de Restaurante-Venta Antonio, y Joaquín Marín Naranjo, de Mesón-Restaurante La Cueva. Junto a ellos hay, por supuesto, muchos otros representantes de un gremio que ha atravesado muchas etapas y ha sostenido, con sus luces y sus sombras como en todo, buena parte de la economía local a falta de otras industrias. Porque estamos de acuerdo todos en que no sólo del sector de la hostelería se puede vivir y de que la pandemia, al tiempo que ha servido para darle el valor que antes no tenía en nuestras vidas, ha demostrado que en momentos de crisis es vulnerable, pues precisa de algo tan básico como el poder salir a la calle y que las personas puedan socializar.
España es líder mundial en bares y restaurantes, uno por cada 175 habitantes. Sería de necios no apoyarles, por lo que mueven y significan, en su búsqueda de un verano eterno que beneficia a todos. Pero, para ello, es necesario que los sectores a los que pertenecen sus clientes no sean olvidados cuando también tienen crisis.
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