Jesús Benítez
David Gilmour, alma viva de Pink Floyd
Mundología jacobea
Sigo caminando por los senderos de la vida y lo hago con paso ligero o lento según mis fuerzas. La vida es un trayecto que tiene principio y final con sus oportunas etapas como el Camino de Santiago.
En cada etapa vas nutriéndote de todo lo que te rodea, de los olores, sabores, sonidos, colores, sentires. El Camino de la vida como el de Santiago es un continuo aprendizaje que comienzas solo y tus objetivos son los que son. Aprietas el paso y crees poder con todo lo que te encuentres. Cada metro recorrido es una lección de vital importancia ya que comprobamos en primera persona que no somos tan fuertes ni estamos solos, que una simple ampolla nos aparta del camino, que vale más tender puentes, abrir los brazos, ayudar a los demás.
En el Camino de la vida como en el de Santiago asumimos como una realidad nuestra debilidad, así como descubrimos la fe en nosotros mismos pues muchas veces somos como somos con el resto porque no nos aguantamos, no nos queremos lo suficiente, no apreciamos los valores que atesoramos. Nos da miedo quedarnos solos en medio del silencio porque así es más fácil descubrirnos tal cual somos con nuestras miserias y virtudes. ¿Si no somos capaces de conocernos, perdonarnos y querernos como vamos a hacer lo propio con los demás?
En el Camino de Santiago que no en el de la vida todos los peregrinos somos eso: ¡peregrinos! Ni más ni menos que nadie, todos igualados porque en definitiva perseguimos lo mismo: Nuestra razón de ser. Los hay que buscan caminos trascendentes llenos de espiritualidad que los lleven ante el apóstol santo, otros se buscan a sí mismos, algunos quieren perderse para alejarse de todo y todos…
El Camino de Santiago lo recorren miles de personas al cabo del año. Algunas volverán porque quedan enganchadas para siempre, otras no, aunque su corazón sea por siempre peregrino.
Es verdad que el Camino atrapa y engancha para siempre. Para muestra un botón en tantos que año tras año cogen su mochila y bordón, estrujando fechas de calendario, para recorrer esos tramos que quedan. Son los verdaderos enamorados de un trayecto tan mágico y lleno de fe que nos lleva a la Catedral de Santiago de Compostela.
Hice el Camino allá por el año 2010, Año Jacobeo, y fue una experiencia que me transformó para siempre, me hizo peregrino de la vida, las circunstancias, sobre todo de salud, me han impedido el poder volver, aunque disfruto con todos los amigos y peregrinos que cada vez que pueden se echan la mochila a la espalda para empezar a caminar. Algún día volveré, no sé de qué forma, pero lo haré porque tanto en el Camino de la vida como en el de Santiago para conseguir las metas hay que dar el primer paso.
Doy las gracias a la Asociación Jacobea de Jerez de la Frontera ‘Sherish’, de la cual me honro pertenecer, por la inmensa labor que realiza y por darme la oportunidad de poder escribir según los dictados de este corazón peregrino.
También te puede interesar
Jesús Benítez
David Gilmour, alma viva de Pink Floyd
En tránsito
Eduardo Jordá
Resurrección
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Política de proximidad
La esquina
José Aguilar
Que Sánchez mueva el culo
Lo último