Varón de bronce y junco que depura / la estética del baile de su tierra. / Bracea y crea, ampara, ciñe y cierra / el arco iris vital que su figura
Va dejando en el aire: donosura, / filigranas de sal, vida y fuego, / un ritmo hecho misterio, sueño y juego / para darle razón a la jondura.
Bailando se emociona, se estremece, / a su arte con su enjundia enaltece. / Ay, qué árbol de raíces aureolado.
Y señor del compás, del zapateado, / Mario Maya levanta su fiel rito / como se consagra a lo más bendito.
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