MALDITO día decide una servidora ir a Sevilla. La huelga de trenes de Renfe no sólo es un derecho permitido que cualquier persona debe tener y ejercer si lo está pasando mal en la empresa. Siempre justificada, y no por afición, ponerse en huelga debe ser un hecho que repercuta y se haga oír para que los resultados sean lo más óptimos, siempre con respeto y buscando acuerdos con quienes sean los ‘culpables’. En este caso no sé yo bien si los culpables son los propios ciudadanos o la empresa de la cual forman parte estos trabajadores. Los operarios de las estaciones de trenes y autobuses acostumbran a hacerse notar repercutiendo sobre los ciudadanos que quieren optar por sus servicios. Incordiar más bien y conseguir que, con las quejas de los clientes, la empresa tome cartas en el asunto. Mientras tanto, a la basura el derecho y libertad de los demás, sin vehículo propio, que eligen ir a trabajar a su hora. 

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