Alberto Núñez / Seoane

Tu dignidad por 400 euros

Tierra de nadie

ES lo que pretende el fariseo, débil e incapaz, que tenemos por presidente del Gobierno y toda la secuela de acólitos que suscriben sus patochadas: comprar votos a cuatrocientos euros.

Ahora, a estas alturas de la Legislatura, después de cuatro años de gobierno, que gracias a los vergonzosos pactos "contra natura" con los nacionalistas radicales ha podido manejar -ignorando y despreciando a la oposición que representa a casi la mitad del electorado español- a su completo antojo; ahora, nos viene, sin recato ni vergüenza, pero con un morro que se lo pisa, con una limosna despreciable, insolidaria, inútil, ofensiva y mal oliente.

Despreciable, porque individualmente supone una minucia para los que tienen necesidades acuciantes y un chiste para los que no las tienen; sin embargo, para las arcas del Estado, el desembolso en su conjunto, significa una carga importantísima.

Insolidaria, porque la limosna, no es para todos. Y llama la atención que no sea para los que más la necesitarían: los que no hacen -porque no tienen obligación- la declaración de la Renta que son los que menos ganan, estos no verían ni un duro; sin embargo, los que gane cien mil, quinientos mil o un millón de euros al año, si serían "bendecidos" por estos cutres diezmos de Zapatero y su comparsa.

Inútil, porque es una medida absurda que no va a sacar, a quien realmente lo necesite, de ningún aprieto importante.

Ofensiva, porque no es de recibo que tras la nefasta gestión económica de un Gobierno que se ha mostrado absolutamente incapaz de manejar con éxito la situación financiera de un a España que estaba saneada, se quiera hacer creer al gilipollas que se lo quiera creer, que el Gobierno se preocupa de otra cosa que no sea mantenerse en el poder al precio que sea. Recuerden que el déficit del Estado se ha multiplicado por cuatro en los últimos cuatro años; que la Seguridad Social vuelve, tras cuatro años, a ser deficitaria; que la inflación se acelera como en tiempos que creíamos definitivamente pasados; que el paro se dispara, muy por encima de la media de la UE, hasta extremos difícilmente sostenibles; que el precio de los alimentos básicos (pan, leche, tomate, pollo, pescadoý), la luz, el agua y las comunicaciones, se ha disparado de modo exponencial, dejando en la más ridícula evidencia las "previsiones", del todo cachondas, del nefando presidente que nos "gobierna"; que el ministro de Hacienda no ha tenido más remedio que rebajar, en un porcentaje significativo y en dos ocasiones, las chirigoteras "previsiones" de crecimiento que había "calculado" para la economía española; ¿sigoý?

Mal oliente, porque el tufo electoralista de la "medida", apesta. Si realmente a nuestro presidente le importase el bienestar de los ciudadanos en general y de los más desfavorecidos, en particular, no perdería su tiempo, ni nos lo haría peder a los demás, anunciando huecas estupideces que harían sonrojar a Mortadelo. Mejor si se hubiera dedicado a estudiar con seriedad una reforma fiscal que favoreciese un reparto más razonable de la carga tributaria, en lugar de ceder ante la avaricia catalana, por ejemplo, y permitirles que se queden con lo que nos corresponde a todos los españoles; mejor si hubiese aprovechado su tiempo en adaptar la Ley de Sociedades para adecuar al resto de países industrializados, entre otras cosas, los porcentajes de tributación sobre beneficios, en lugar de malgastar el dinero público en infraestructuras que no funcionan o en los veintitrés millones de euros que nos cuestan sus "asesores" personales, o en "premiar" la "fidelidad" de sus pesebreros con subvenciones bochornosas; mejor que, en lugar de hablar con criminales etarras, o de escuchar a asesinos batasunos, o de pactar basura por basura con terroristas, sus cómplices y los nacionalistas radicales que los amparan, hubiese invertido algún tiempo en corregir las abusivas retenciones con las que Hacienda sangra y mutila a los trabajadores cada mes; mejor que en lugar de hacer el ridículo con Venezuela, Marruecos, Bolivia, Nicaragua, etc.. y de sacar a España del lugar de los países que tienen algo que decir y se les escucha, para situarlo en la alacena de las comparsas, chirigotas y mercachifles, hubiese pensado en como disminuir la escalofriante cifra de parados que tenemos en su "amada" España; mejor que en lugar de mentir a toda una nación y a sus más dignas instituciones, hubiese contado con la gallardía suficiente como para reconocer sus carencias y dejar que otros arreglen lo que él descalabró.

No mienta más, los cuatrocientos euros de los cojones, ni los cobrarían todos, ni los que los "cobren" los iban a poder palpar -serían descontados de las declaraciones y en varias fases-, ni tampoco los queremos para nada; así que, ¿porqué no se mete usted los cuatrocientos euros en el bolsillo, se compra un desierto y se pierde para no volver jamás? Si hace falta se los pagamos todos, aunque nos mintiese con descaro y pretenda que le sigamos creyendo, serías un buen pellizco, pero el negocio para España iba a ser, sin lugar a dudas, ¡redondo!

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