Víctor / Cantero

El ébola

Yendo al grano

12 de agosto 2014 - 01:00

Y tenemos para rato. La cobertura mediática de la repatriación del hermano Miguel Pajares, desde Liberia al Hospital Carlos III de Madrid ha sido un hecho sin precedentes en este país. No sé si debido a la escasa profusión de noticias en un agosto vacacional o por aquello de demostrar a la opinión pública que este Gobierno no abandona a su suerte a los españoles que corren graves riesgos en el exterior, el caso es que todos nos hemos enterado con pelos y señales del periplo de la vuelta a casa, y del protocolo seguido para la hospitalización de los afectados por este virus. Hasta aquí todo correcto, pero la chispa de la polémica ha saltado cuando el Mº de Sanidad ha hecho pública una nota relativa a solicitar a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios el pago de la parte de los gastos del traslado de los dos religiosos que le corresponda. Un detalle que ha levantado ampollas y que ha dado lugar a un debate al que no me puedo sustraer. Veamos, de cara a la galería internacional, nuestros gobernantes manifiestan tener un comportamiento humanitario encomiable, pero de puertas adentro destapan su lado más cicatero y rácano. Se trata de hacer todo lo posible por salvar la vida a dos de nuestros compatriotas, los cuales llevan muchos años dándolo todo a cambio de nada, personas que por vocación, no por profesión, se juegan la vida por socorrer a los más necesitados. ¿Ha calculado el Gobierno cuántos millones de euros se ahorra en cooperación internacional gracias a la total dedicación de los religiosos españoles en los países de misión?

Allí donde no llega el socorro del Estado llegan las atenciones y los cuidados de muchas de personas anónimas que hacen su trabajo sin estar en nómina de ninguna administración. Y no tenemos que ir muy lejos para comprobarlo, pues en nuestra propia ciudad contamos con el Hospital San Juan Grande, de la misma orden del hermano Miguel. Una institución sanitaria que lleva años cubriendo las necesidades médicas de la población jerezana que no pueden ser atendidas por el Hospital del SAS. La vida humana no tiene precio, el dispensar atención sanitaria a los infectados por el virus del ébola no puede generar factura alguna, y menos con la excusa de que fue la Orden religiosa la que solicitó la repatriación. Es decir, que si es el propio Gobierno el que toma la iniciativa de repatriar a cooperantes tras ser liberados de secuestro o a militares heridos en misiones internacionales, este traslado no pasa factura, lo paga el Estado y listo. Pero si por el contrario una Orden religiosa, al carecer de medios propios para hacerlo, solicita la intervención de las autoridades, eso si es motivo para correr con los gastos. Las cosas no son así, tanto unos como los otros son españoles cuyas vidas están en riesgo, por lo tanto el tratamiento en ambos casos debe ser el mismo.

Menos despliegue mediático y más arrimar el hombro, la labor de los misioneros que trabajan en tareas humanitarias, como el hermano Miguel, ni cotizan a la Seguridad Social, ni se les paga por horas en nómina. Cuando de verdad se necesita es el momento de darlo todo por ellos, no solo cuando la ocasión nos invita a hacernos la foto. A los que hacen lo que deben sin demandar nada a cambio hay que pagarles con la misma moneda. Rectificaciones de última hora y a remolque de las críticas, pierden su valor.

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