Alto y claro
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En la obra maestra de Howard Hawks La fiera de mi niña Katherine Hepburn y Gary Grant acuden a un lujoso restaurante, él de frac y ella con traje de noche. Primero ella tira de la cola de la levita del frac de Grant y se lo parte en dos, dejándolo con espalda al aire. Después él pisa la larga falda de Hepburn dejando al descubierto esa parte de la anatomía que el antiguo eufemismo llamaba "donde la espalda pierde su casto nombre". Han de salir del restaurante marcando el paso, con Grant pegado a Hepburn para tapar el desaguisado. Tres décadas después Hawks repitió el gag en Su juego favorito, esta vez con Rock Hudson y Paula Prentiss.
La película que estos días hemos vivido -que poco tiene de comedia, aunque mucho de grotesco- podría llamarse La fiera de mi Otegui. Tras la euforia del PSOE que siguió a las tibias palabras de Otegui, con Patxi López llamando "agoreros" a quienes las consideran insuficientes y oportunistas (euforia atemperada por la tibieza del Gobierno, es cierto, porque el actual socialismo tiene el don de la ubicuidad ideológica y estratégica), y el aún mayor entusiasmo de sus socios de Gobierno (Belarra llamando "actividad" a los asesinatos terroristas de ETA, Montero afirmando que "es un paso necesario para la reparación y la convivencia que refuerza nuestra democracia"), Otegui, cual Gary Grant desfavorecido, pisó la falda de Sánchez dejándolo con las vergüenzas al descubierto al decir el día después: "Tenemos 200 presos. Y tienen que salir de la cárcel. Y si para eso hay que votar los Presupuestos, los votaremos sin ningún problema. Así de alto y claro os lo decimos". Y ha dejado a Sánchez como Grant a Hepburn: con el culo al aire.
Ya hace dos años Otegui había dicho, sobre los homenajes a los terroristas excarcelados, que "hay 250 presos y habrá 250 recibimientos, no estamos dispuestos a que nos digan a quién podemos recibir ni a quién podemos abrazar". Ahora no se trata solo de celebrar como héroes a los asesinos, sino de dejar claro el canje de presos por votos. Sánchez lo ha negado rotundamente en sede parlamentaria. Pero como antes había dicho que "con Bildu no vamos a pactar", remachando chulescamente que "si quiere se lo digo 5 veces o 20 durante la entrevista: con Bildu no vamos a pactar", y también que no dormiría tranquilo con Pablo Iglesias como ministro en su Gobierno, hay sólidas razones para dudar de su palabra.
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