Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El fuego amigo y otros estragos

En las luchas internas de partido es donde de verdad se actúa con violencia sádica y ganas de hacer daño

A Juan Marín le han vuelto a jugar los suyos una mala pasada con la filtración de un audio en el que considera una estupidez aprobar un Presupuesto en un año electoral porque eso sería dar baza a los contrarios. No es la primera vez que desde sus propias filas se intenta meter en un lío gordo a su líder. Tampoco va a ser la última y de hecho ya circulan por ahí otras andanadas que tienen mucho más que ver con las guerras internas de Ciudadanos y con la desastrosa situación del partido que con cualquier otra cosa. El episodio, de por sí no demasiado relevante por mucho ruido que se quiera montar en torno a él, deja entrever algunas claves que no por conocidas dejan de ser relevantes en el convulso panorama político que se avecina en los próximos meses en Andalucía.

La primera constatación que cabe reseñar es que el vicepresidente Marín no es precisamente el canciller Bismarck a la hora de manejar las claves y las estrategias de la política y que su incontinencia verbal -se expone demasiado- le ocasiona bastantes disgustos. Pero tiene, en cambio, una enorme capacidad de resistencia frente a estragos de todo tipo. Su frase favorita de los últimos meses es que a la política se llega ya llorado y la aplica a rajatabla. Otros, con la mitad de los temporales que él ha tenido que sortear, habrían dejado el sillón. Él se limita a flotar.

La segunda conclusión, que tampoco arroja novedades espectaculares sobre lo ya sabido, es la jerarquía de valores que aplica la política cuando se supone que las puertas están cerradas y los micrófonos silenciados. Las cuentas que se hacen buscan como resultado el mantenimiento del poder y nada más. Se habla de lo que le conviene a uno para seguir en el machito y para impedir que el contrario le pueda quitar el puesto y todo lo demás se pone al servicio de eso. Los intereses de los administrados también cuentan, claro, pero están en otro nivel.

Hay una tercera derivada, también bien conocida, que deja en evidencia la falta de prudencia verbal de Marín. Lo dijo en su momento Churchill, lo reiteró años después Andreotti y se podría corroborar con decenas de episodios cercanos. Los peores enemigos no hay que buscarlos entre los rivales sino en las propias filas de uno. En la política el fuego amigo es el que de verdad se dirige con violencia sádica y busca hacer daño. El vicepresidente andaluz podría dar, sobre esto, conferencias por el mundo.

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