Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

No es gretismo

Entren en un invernadero y respiren; después, insulten a Greta, ríanse, pero la temperatura no variará

Prueben a experimentar: entren en un invernadero, que los hay cerca, y midan la temperatura. registren el dato. Respiren, sientan la calidez y, después, insulten a Greta Thumberg; venga, más fuerte, más agrio, unas risas. Imbécil. Niñata. Ahora, vuelvan a registrar la temperatura.

De todas las ideologías, sólo una está blindada del devenir humano: el ecologismo. No es ni ismo. A la certeza contrastada de que una única especie está alterando los equilibrios naturales no le afectan los giros de la opinión pública, las contra argumentaciones economicistas, los intereses de las grandes corporaciones, la lucha de clases, la dualidad mercado/intervención, la antipatía que levanta Greta o la hipocresía del famoseo; es lo mismo, el deterioro avanza porque las acciones negativas persisten sin que la palabra cause efectos paliativos. Palabras, palabras, palabras. Por mucho que se eleve el grito y se afile la sorna, una de las propiedades de la molécula de dióxido de carbono seguirá invariable, le da por retener un poco de radiación. Tiembla sobre sus enlaces, y ese movimiento es calor.

Algunos enfoques sobre la Cumbre del Clima de Madrid pecan del mismo antropocentrismo que está elevando la temperatura media del planeta. Digámoslo claro: no se preocupen tanto por la Tierra y háganlo por ustedes mismos. La Tierra alcanzará otros equilibrios, el planeta vivo ya ha pasado por períodos de temperaturas mucho más altas, como en el Cretácico, cuando todo el hielo de los polos se fundió y se acumuló el 50% de las reservas actuales de petróleo. Lo peor de este cambio climático en el que andamos inmersos, y que es perceptible en una sola generación, es su rapidez, una fugacidad que está impidiendo la adaptación de las especies actuales, también la nuestra.

Lo que la humanidad lleva haciendo de modo masivo desde el siglo XIX es devolver a la atmósfera todos esos billones de billones de átomos de carbono que a lo largo de una extensa era geológica se fueron depositando en forma de lo que hoy utilizamos como combustible. Estas reservas no van a durar mucho más tiempo, apenas un siglo, pero el desastre climático será irreversible, la atmósfera y los mares irán en busca de otro equilibrio.

No se me ocurren más argumentos a favor de la restricción de las emisiones, ni las busquen en la economía ni en la política, esta es una verdad que transcurre sola. No la cambian las palabras. Esto es sólo una cuestión moral y de supervivencia, y ahora inspiren y métanse con Greta.

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