Bernardo Palomo

La historia viva del arte actual

Diario De las artes

12 de septiembre 2015 - 01:00

YA , el vídeo promocional de la exposición, es toda uan declaración de intenciones. El todopoderoso Jeff Koons, probablemente el artista más mediático de los últimos años, se presenta en la explanada principal del Guggenheim Bilbao en un coche de alta gama como la más espectacular estrella. Lo espera Puppy, el perrito floral por él creado que preside la gran entrada al Museo. Y es que Koons es arte y estrella. Su obra, controvertida, original, canalla, divertida, problemática, a contracorriente, hasta considerada como particular tomadura de pelo, no deja indiferente. Es apasionante e ingenua, extravagante y sencilla, original y recurrente. Todos los adjetivos son válidos, como es válido su ejercicio estético que tiene más de factoría de ficción que de taller creativo.

Podríamos introducirnos en una pasional dialéctica sobre la obra de este artista, actor mediático de una realidad artística que él ha creado y en la que se siente tremendamente a gusto - sobre todo por la aportación económica que le produce sus realizaciones -. A éste que esto les escribe, la exposición le ha parecido importante, poco esclarecedora en el sentido creático y muy apasionante en el aspecto emocional, al poder ser contemplada en un Guggenheim apabullante, expectante, provocador y lleno de imposibles sugerencias para que todo lo expuesto alcance unos máximos que, en otros sitios, jamás alcanzarían.

He dedicado toda una tarde a contemplar la exposición de Jeff Koons en el maravilloso templo del arte que diseñara Frank Ghery. Mis sensaciones han sido totalmente contradictorias. Por un lado, uno se siente invadido por la emoción mitómana al estar presente en una muestra importante de una artista estrella que está escribiendo una de las páginas más singulares de las últimas décadas y que pasará, con seguridad, a la historia futura. Sin embargo, el concepto y la idea que tengo de lo artístico dista mucho de la parafernalia mediática y social que encierra todo lo que lleva a cabo el autor nacido, en 1955, en Pensilvania. Sus obras encierran y son producto de una inteligencia absoluta, de un sentido del marketing fuera de toda duda y de un conocimiento de los intereses de esa snob minoría consumista - supermillonaria - y de dudoso gusto artístico para los que realiza la mayoría de las obras.

La exposición está organizada como una revisión completa de la trayectoria de Jeff Koons, se organiza con la colaboración del Whitney Museum de Nueva York y el Centro de Arte George Pompidou de París y ha contado con el patrocinio de la Fundación BBVA, la misma es amplia y acondicionada a los espectaculares espacios del museo bilbaíno. Al exterior, dos obras forman escaparate, ya, del paisaje urbano de la ciudad. El popular perrito floral Puppy, realizado en 1992, para el Museo de Arte Contemporáneo de Sidney; posteriormente, la pieza fue adquirida para la Colección del Museo Guggenheim Bilbao y emplazada, de manera definitiva, ante su edificio. En la entrada que da a la ría se ha instalado 'Tulipanes', un ramillete de flores coloristas concebidas a modo de globos de colores de tamaño gigantesco y que presentan una amplia influencia de la estética minimalista. Ya en las salas, el espectador se va introduciendo en el universo Koons. Las tendencias de las últimas décadas de la anterior centuria se van sucediendo dimensionadas y creando máxima expectación. Los iconos de la obra del artista americano se nos van presentando, sin solución de continuidad. Estética oscilante entre lo pop y el mínimal, con grandes dosis de planteamientos kistch que, además, se vuelven hasta provocadores, como en la serie 'Hecho en el cielo', en la que aparecen como protagonistas el propio artista y la que fue su mujer, la conocida y controvertida actriz Ilona Staller, 'Cicciolina'. Una escultura de gran formato nos muestran a la pareja en esclareceodra posición coital, como encarnación de unos modernos Adán y Eva; la misma y las piezas que forman la serie, hacen referencia al amor libre, a la naturaleza e, incluso, a una posible identidad con la domesticación. La exposición continúa con un conjunto de series que ponen de manifiesto la realidad creativa de este moderno artista y mucho más - se le ha comparado, con mucho fundamento, con Andy Warhol en ese sentido de autor que busca infinitamente más que el hecho creativo - y que ha cambiado por completo el concepto creativo. Así nos encontramos con 'Popeye', esculturas híbridas que son vaciados de hinchables de piscina, 'Hulk-Elvis', unos engendros mitad del gigante verde y el rockero americano, 'Antiquity', deidades grecorromanas que hacen alusión al tema de la fertilidad y, probablemente, al de la belleza femenina, 'Esferas reflejantes', unas bolas de cristal de colores que son muy utilizadas en las casas de los poderosos americanos como decoración de los jardines que dan la bienvenida a los vecinos. Estas bolas aparecen sobre figuras de yeso blanco, como la que encontramos sobre la imponente réplica del 'Hércules Farnesio'; 'Fácil diversión', un conjunto de espejos de colores silueteados como figuras de animales donde se reflejan los espectadores. Junto a ellas nos encontramos con las tres primeras pinturas al óleo que realiza Jeff Koons, que son una especie de collages fotorrealistas en las que empleaba imágenes recortadas, anuncios y fotografías personales que tienen referencia a las obras de James Rosenquist y John Baldessari. La serie 'Celebración' puede ser la más conocida del artista, en ella nos encontramos esas obras a modo de juguetes hinchables realizados con colores brillantes y acabado de espejo. Obras pulcramente ejecutadas que ponen de manifiesto un arte distinto, imaginativo, contradictorio, provocador... pero que de manera alguna, deja indiferente. Ha sido una exposición que no se podía perder porque es una oportunidad única para ver, de forma, casi completo, el trabajo de uno de los grandes artistas del siglo XX, historia viva del arte actual.

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