Alto y claro
José Antonio Carrizosa
El desencanto
CATAVINO DE PAPEL
CALAMBUR ha editado los poemarios de Antonio Hernández (Arcos de la Frontera, 1943) en dos tomos, bajo el título de "Insurgencias". Y todo atento lector sabe que insurgir significa levantado o sublevado. El poeta ha reunido los libros "El mar es una tarde con campanas" (1965), "Oveja negra" (1969), "Donde da la luz" (1978), "Metaory" (1979), "Homo Loquens" (1081), "Diezmo de madrugada" (1982), "Compás errante" (1981), "Indumentaria" (1986), "Campo lunario" (1988), "Lente de agua" (1990), "Sagrada forma" (1994), "Habitación en Arcos" (1997), "El mundo entero" (2001) y "A palo seco" (2007).
Estamos ante una obra poética de primer orden dentro del contexto de la poesía española coetánea. El prólogo que la precede, original de Francisco J. Peñas-Bermejo (Director del Departamento de Lenguas de la Universidad de Dayton y Presidente de la Spnish Professionals in América), es un admirable y profundo estudio de la poesía de Antonio Hernández. Finaliza con la siguiente definición: "Poeta de sustancia y de desbordantes matices, andaluz y universal, Antonio Hernández tiene duende para transfigurar el poema en el espíritu de lo que canta, en comunidad y en compenetración con el entorno. Entregó su alma a una hechicera de nombre Poesía, porque como él declara, `si existe el pago es el augurio/ que se da en la emoción, esa presencia/ del misterio, imprecisa, esa luz de alas, turbia,/ con tantas alas torpes como un nido./ Con tantas alas niñas que no obstante/ te hacen volar más alto que las nubes`. Su elegante verso, cordial y firme, fluye entre la fábula, el asombro y la pasión, configurando un fiel artístico de excepcional calidad que le individualiza como una de las voces más personales y renovadas de la poesía española contemporánea".
Indiscutiblemente, Antonio Hernández es una figura sumamente significativa de su generación, la de los sesenta, la de la marea alta del lenguaje, la del compromiso irrenunciable con la vida, yendo por intensidad a la belleza. En el poema "Donde da la luz", que abre el andaluciente libro del mismo nombre, leemos: "Se hace la pequeñez como un relámpago/ que ilumina un instante cuanto observa/ callado - cuanto/ es parte de ella misma, también poco-/ y entonces se engrandece./ Acaso sea/ vivir para los otros nuestra forma/ de ser el mundo entero, lo que existe/ y lo que revelamos en el trance/ del amor que nos crea./ Acaso crear sea/ encender nuestras breves miniaturas".
Insurgencias de un poeta levantado sobre la palabra entera, sublevado contra los tópicos y las falsedades, comprometido con la verdad a través de la ética y la estética, en aras de brindar la luz de su voz verso a verso, para poder decir con el marinero del romance viejo: "Yo no digo mi canción/ sino a quien conmigo va".
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