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Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerez: ¿se rompe una centenaria tradición con los franciscanos?

El franciscano Julián Bartolomé ahora destinado a Granada.

El franciscano Julián Bartolomé ahora destinado a Granada.

El mundo de las Hermandades atesora centenarias tradiciones -latentes en segundo plano- que a veces -las menos- no reciben el altísimo tratamiento que merecen coram populo. Menos aún -en contadas ocasiones- por quienes han de mostrar lealtad y fidelidad a la razón de ser de la institución de la que forman parte. Me refiero a las relaciones -algunas de siglos- de las Hermandades con las órdenes religiosas que regentan sus sedes canónicas. A nadie escapa que si bien hubo casos muy puntuales de falta de entendimiento, la confrontación jamás enturbió definitivamente la por lo común excelente conexión entrambas fuerzas vivas de la ciudad. Existen y persisten ejemplos donde la urdimbre afectiva es sinónimo de grandeza espiritual y trabajo comunitario. Hete aquí -verbigracia- la Hermandad de la Estrella y los hermanos de La Salle, los buenos cofrades del Transporte y la comunidad mercedaria -por cierto, padre Felipe, compañero, cortó usted oreja y rabo con el articulazo periodístico dedicado a la plaza de toros y al sacramento de la lidia-, la Vera-Cruz y los marianistas o la orden carmelita y la Hermandad de la Lanzada. Entre otros numerosos ejemplos de Entente Cordiale.

Hay cofrades que asumen máximas responsabilidades sin acogerse al sagrado decreto de la costumbre. ¡Craso error! Porque, como dicta el artículo 1.3 del Código Civil, la costumbre -en defecto de ley- es fuente del Derecho. Al tenor de esto mantuve agradable conversación no hace mucho con los amigos Juan Manuel Rodríguez Martín y José Ignacio Mateos Atalaya. Empero en el caso que nos ocupa también la cuestión cuenta con su ley clara y concisa y jamás tendente a la doble interpretación (concretamente en el artículo 80 de la Normativa Diocesana para Hermandades y Cofradías -dícese el celebérrimo Libro Verde-). Vayamos a la harina de este costal. La Hermandad de las Cinco Llagas acaba de quedarse sin director espiritual tras la despedida -siempre emocionada- del querido franciscano fray Julián Bartolomé Rivera quien ha sido destinado a la ciudad de Granada. Ahora llegan bonísimas personas como los franciscanos Juan José Rodríguez Mejías y José Arenas Sabán, quienes ya han hecho buenas migas con gente del Silencio Blanco. Y es que, a no dudarlo, y pese a baches circunstanciales ya olvidados por la nebulosa de la intrahistoria, la relación de la comunidad franciscana y la Hermandad siempre ha pivotado sobre el respeto recíproco, la comprensión, la acogida y, sobre todo, la fraternidad. Habría que tirar de cofrades antiguos y del concurso de hermanos jóvenes como Diego Parra o Sebastián Núñez para consignar nombres de franciscanos que aportaron muchísimo a la Hermandad, pongamos por caso a fray Quintana o directores espirituales como Alberto, Emilio, Salido, Celestino… Todos de tan grato recuerdo para los cofrades de la Madrugada.

Ahora crece un rumorcillo cuyo contenido ojalá quede en mero flatus vocis. Se dice que a alguien de la Hermandad se le ha metido entre ceja y ceja romper de cuajo con esta tradición de siglos para, en giro copernicano de tomo y lomo, proponer un director espiritual ajeno a la comunicad franciscana. No lo creo, aunque tampoco puedo poner la mano en el fuego. En última instancia, y desde la estimación que merece la opinión contraria, entiendo que respondería a una decisión fallida. Por siete razones:

Primera: Lo dictado en el referido artículo 80, punto3, de la Normativa Diocesana (Libro Verde) para Hermandades y Cofradías: “Ordinariamente el Director Espiritual de la Hermandad y Cofradía será el Párroco, el Rector, o, si es Sacerdote, el Superior de la Comunidad de religiosos de la Iglesia donde radica la Sede canónica de la Hermandad. El Obispo diocesano, atendidas otras circunstancias, podrá nombrar en todo momento a otro Sacerdote, oídos, cuando corresponda, el Párroco, el Rector, o el Superior de la Comunidad de religiosos de la Iglesia pertinente”.

Segunda: Por un sedimento puramente histórico, tanto durante su primera etapa -con fundación en 1561- como durante la segunda -la reorganización en 1939, tras la Guerra Civil- la Hermandad siempre ha estado dirigida espiritualmente por un franciscano.

Tercera: Por la ética del agradecimiento institucional. En 1561 la Hermandad se funda en la Capilla de San Francisco, en el convento homónimo de esta ciudad y además se le cede, por el guardián fray Luis de Horozco, la capilla de la Esperanza. En 1939 se le concedió idéntico trato de acogida por el franciscano Bernardino Puig Sala, quien además contribuyó a la pronta aprobación de las nuevas Reglas.

Cuarta: Por compartir el carisma franciscano que tanto une.

Quinta: Porque la Hermandad no está en casa propia sino en la de la comunidad franciscana y a ella se debe con actitud de servicio y entrega.

Sexta: Porque sin duda la Hermandad apostaría por mantener en su dirección espiritual a un franciscano si la consulta se realizarse en Cabildo General.

Séptima: Porque se crearía un precedente tan peligroso como innecesario de cara a otras cofradías que asimismo elijan proponer un director espiritual que no sea miembro de la orden o de la comunidad donde radican. Lo dicho: crucemos los dedos para que el rumor sea únicamente como el título de la famosa canción de Gianni Ferrio, Leo Chiosso y Giancarlo del Re. Es decir: ‘parole, parole’.

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