Javier Benítez

Ya no eres joven

Descanso dominical

Si no te tomas otra copa porque las resacas te duran más que las de Quique San Francisco, ya no eres joven

16 de julio 2023 - 01:00

Envejecer como lo hace un palo cortado o un amontillado está en la frontera entre lo inédito y lo divino. No se trata solo de sumar años con serenidad, se trata de ganar en sabiduría y carácter, estamos hablando de perfeccionar y pulir los atributos naturales hasta arrebolar la piel y el sentido de quien se acerque a tus dominios. Llegar a esas altas cotas de elegancia y belleza mientras te haces mayor solo le está o le estuvo permitido a seres como Monica Bellucci y Paul Newman; y en territorio patrio a Ana Belén. Los demás, el común de los mortales, con más o menos dignidad, afrontamos el devenir del tiempo como un proceso de pasificación, que es lo natural y lo cotidiano y que, no obstante, también produce vinos magníficos, aunque no sean inmortales.

Pero quizá lo más traumático de todo esto no es tanto el mero trámite de envejecer sino el hecho de admitir que ya no eres joven. Que parece lo mismo pero no es igual. Es tremendamente complicado encajarlo pese a la multitud de evidencias que se empeñan a diario en que lo recuerdes y admitas que las edades de la juventud son un paraíso que no volveremos a pisar. Llegados a este punto puedo acudir a mi experiencia personal para ayudar a entender las pistas a quien esté pasando por el trance.

Ya no eres joven cuando vas a una boda invitado no por la pareja contrayente sino por los padres del novio o la novia. Si un niño se dirige a ti llamándote señor o señora, ya no eres joven. Prefieres salir a andar por la avenida porque es un ejercicio muy completo y porque correr te destroza las articulaciones: ya no eres joven. Si no te tomas otra copa porque las resacas te duran más que las de Quique San Francisco o si solo vas a playa amarrado a una butaca…ya no eres joven. Es también muy evidente cuando tienes que alejarte metro y medio de la cara el prospecto del Dalsy para adivinar las palabras o si tienes la retroiluminación del móvil a nivel casino de Las Vegas. Si crees saber de vinos, si haces ruiditos al sentarte o levantarte… Cuando terminas de comer y dices “ea, pues ya hemos comido” o si piensas “con lo joven que era” cuando la espicha alguien de setenta. Ya no eres joven cuando comprendes que no lo sabes todo.

Pero también es cierto que de la primavera al invierno hay parada en dos estaciones y muchas veces el espíritu no necesariamente tiene que ser proporcional a la edad. Creamos en ello, disfrutemos del momento sin tener en cuenta el reloj y confiemos en aquello que decía Pablo Picasso de que el camino a la juventud lleva toda una vida.

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