El Poliedro
Tacho Rufino
¡No hija, no!
Tribuna Libre
Jerez de la Frontera/EN pleno mes de septiembre la calle de la Merced vuelve a convertirse en el cordón umbilical de Jerez que conduce al seno de su Patrona. Y es que parece que el tiempo no pasa por la Madre, porque su mirada misteriosa sigue conociendo el rostro de cada uno de los jerezanos que ante sus plantas le suplican. Seguramente en estos días de novena muchos habrán notado un matiz distinto en los atributos e indumentarias, y es que la Virgen luce un juego nuevo de corona, cetro, potencias y orbe. No se trata de una novedad, lo que ocurre es que nuestra Patrona no lucía este juego desde hacía más de cincuenta años.
Los antiguos ya nos contaban sobre la desaparición de una corona dieciochesca junto a un cetro del cual nunca se supo más. Pero gracias a la hemeroteca, chivata de tantos acontecimientos, se pudo averiguar qué fue de esta pérdida. Ya Antonio de la Rosa Mateos en un artículo en el Diario de Jerez nos puso en sobre aviso sobre el paradero de esta corona y cetro que se encontraban junto a una copia de la imagen morena de la Virgen de la Merced en la parroquia dedicada a nuestra Patrona en Moratalaz (Madrid). La Imagen fue una ofrenda del pueblo jerezano siendo alcalde D. Miguel Primo de Rivera y Urquijo, y a la cual el P. Cid, comendador de Jerez, prestó dicha corona junto al cetro para que la portara la copia madrileña. El 16 de noviembre de 1968, fecha de la bendición del templo parroquial, la corona quedó en Madrid y nunca más se reclamó. La corona prestada, llamada de “Calabaza”, es una presea de plata sobredorada que aparece mencionada en el libro de Memoria de la plata, ornamentos y al/ajas de la Sacristía de este convento de Xerez del/Orden de Ntra. Sra. de la Merced redención de cautivos. Al parecer fue un regalo del M. Fr. Antonio de Ocanto y Rivera, Vicario General de Nueva España, Guatemala e Isla Española a principios del s. XVIII, y que luego pasó a ser comendador del convento jerezano.
Con todos estos datos comenzó la aventura del rescate no solo de una corona, sino de una historia ya olvidada. Cincuenta años han pasado ya, y era menester dar término a este cautiverio. Este fraile que escribe, al modo de mis hermanos de hábito de otros tiempos y como si de una redención de cautivos se tratara, comenzó las gestiones necesarias para su devolución. Tras las cartas pertinentes a “palacio” y a la comunidad parroquial a cuya cabeza se encuentra D. Juan Álvarez, entendieron la petición que el P. Felipe Ortuno hizo en nombre de todos los jerezanos. El compromiso era la devolución por parte de la parroquia del préstamo a cambio de regalar a la imagen madrileña una nueva corona costeada por una familia jerezana devota de nuestra Madre y el cetro del cual se encargaría la hermandad del Trasporte. Fue el 16 de diciembre de 2018 cuando se acordó el intercambio, con una acogida formidable por parte de la comunidad parroquial de Moratalaz. Nuestra Patrona volvía a tener en su joyero la corona y el cetro que faltaban al conjunto de potencias y orbe del Divino infante. Por supuesto, las condiciones de la corona y del cetro a lo largo de tantos años hizo que se tomara la decisión de restaurarla, labor que fue costeada por la camarera de nuestra Patrona, Dña. Ana María Salas para que volviera a lucir como antaño. Esta es la historia que se sigue escribiendo de esta corona que los jerezanos pueden contemplar en la Basílica mercedaria en estos días y que para celebrar los 70 años del patronazgo canónico veremos por las calles de la ciudad el 24 de septiembre.
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