Juan Manuel / Marqués Perales

El suspiro

Crónica levantisca

12 de febrero 2016 - 01:00

LAS ondas gravitaciones son las responsables de la grave alteración del espacio tiempo en el que Mariano Rajoy se mueve desde el 20 de diciembre. El presidente en funciones se reunió ayer con Albert Rivera para proponerle un gran acuerdo; en efecto, eso es lo que el candidato debió hacer hace tres semanas, antes de negarse dos veces ante el Rey a afrontar una sesión de investidura. Veamos, 123 escaños, los suyos, más los 40 de Ciudadanos suman 163, con vascos y canarios podría llegar a 170, a sólo seis de la mayoría absoluta. Una vez alcanzado este numeral, sólo había que presionar al PSOE para que algunos se abstuvieran. O para que los catalanes se ausentasen. ¿Difícil? Sí, pero no más que lo que ahora intenta Pedro Sánchez. ¿Por qué no se atrevió Mariano Rajoy con esta empresa?

La falta de gallardía no explica del todo su extraño comportamiento, un día llorará y, como el moro, suspirará por su Granada entregada, pero no, no ha sido su escasa valentía el factor que arroja luz sobre estos hechos, que también, sino el manejo de una información errónea, averiada. Rajoy no es un hombre de acción, es sensato, pero no le gusta sudar la camiseta y el resultado de estas elecciones generales necesitaba de un segundo impulso, unas cuantas bofetadas más como las de Pontevedra, así que prefirió esperar a que otros le llevasen hacia una repetición de las elecciones. Los que alardean de mandar en este país suponían que los barones socialistas iban a impedir el acuerdo con Podemos, así que el presidente y sus fontaneros de La Moncloa creyeron que la situación estaba bloqueada sin remedio. Entonces, entraría en acción el constitucionalismo creativo, la convocatoria de unas elecciones sin que mediase sesión de investidura, de oca a oca pero bien explicado. El paso de Pedro Sánchez y la sensatez de La Zarzuela rompieron el hechizo de este extraño espacio tiempo donde se alojaba Rajoy. Al presidente le falló su círculo, el mismo que no le filtró la llamada telefónica del falso Puigdemont.

Rajoy suspirará como el moro, porque si el socialista falla, se abrirá la oportunidad, en efecto, de que el candidato del PP lo intente, pero después de este juego de trileros (acertó González con la comparación) no encontrará a ningún socialista entre los 90 que se abstenga en su investidura. Ni Alemania ni Jüncker ni la prima de riesgo ni la burbuja china podrán con Valencia, la Púnica y su falta de gallardía. Rajoy es un hombre sensato, pero ya es historia, el PP necesita ser renovado desde el inicio.

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