La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ya que el tiempo se encoje…

Como los meses vuelan como semanas y éstas se evaporan como días, empiezo a hacer acopio navideño

Demasiado pronto para escribir sobre la Navidad? Bueno, estamos a poco más de un mes vista, el domingo que viene -con una semana de anticipación sobre el calendario litúrgico- entra el Adviento por la Magdalena y por San Juan de la Palma, en los supermercados hace días que han aparecido los turrones, mazapanes y polvorones y en la radio ya se oyen anuncios con villancicos. Tal vez demasiado pronto, sí. Pero uno tiene ya los años que tiene, los meses vuelan como si fueran semanas y éstas se evaporan como si fuesen días. Así que empecemos a hacer acopio navideño.

Filmin ha colocado en lugar preferente de su parrilla El hombre que inventó la Navidad, no perfecta pero sí estimable película en la que se cuenta la gestación y publicación de Canción de Navidad en 1843. En las librerías ocupa un lugar destacado -presentada como envuelta en papel de regalo de Reyes- la reedición de la antología Cuentos victorianos de Navidad de Alianza, con relatos de Dickens, por supuesto, y de Wilkie Collins, Conan Doyle, Charlotte Riddell, Anthony Trollope y Juliana Ewing. Austral sigue ofreciendo su cómoda edición de Canción de Navidad y otros cuentos. Y por supuesto tienen en los estantes de las librerías a esos amigos para toda la vida que son Mr. Pickwick, David Copperfield, Phillip Pip Pirrip, Oliver Twist, Sidney Carton o la pequeña Nelly.

Para que no todo sea victoriano pueden sumar el sorprendentemente tierno -por tratarse del viperino Truman Capote- Un recuerdo navideño que editó Anagrama en el volumen Tres cuentos junto a Una Navidad y El invitado del día de acción de Gracias. Y para que no todo sea foráneo (aunque en literatura no hay extranjerías) tienen los dos volúmenes de Cuentos españoles de Navidad seleccionados por Rafael Alarcón para Clan Editorial, con relatos de Alarcón, Pereda, Bécquer, Galdós, Clarín, Juan Ramón, Valle Inclán, Bergamín, Pemán o Azorín, la mayoría de ellos poco conocidos y tan deliciosos y noblemente sentimentales que poco han de envidiar a los victorianos; con el añadido costumbrista de recordar nuestras propias tradiciones, algunas hoy perdidas pero aún vivas en la infancia de quienes conocimos los coros de campanilleros por las calles, los corrales de pavos en la Encarnación o en la Gran Plaza, el mago Tralarán de Agustín Embuena en la Cabalgata y el Rey Mago del vestíbulo de Los Reyes Magos en calle Cuna.

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