Alberto Núñez Seoane

Reflexiones (II)

Tierra de nadie

07 de agosto 2023 - 04:00

No es fácil, ni me llevará poco tiempo, colocar cosas, pensares y elecciones, en el lugar que busco para ellas. Lo busco porque me es necesario acomodar los hechos que, sin yo quererlo, determinarán parte de mis días, en el sitio de esa estantería en la que deposito lo que de poco o de mucho va poniendo su mijita de influencia en mi existir.

De verdad les confieso que habrá pocos que estén más distantes que yo entre los que se saben lejos de estar en posesión de alguna verdad de las que, alguno entre los demás, consideran únicas. Soy consciente de lo poco que, con el pasar del tiempo, de nosotros queda; de la poquita cosa que todos somos, o terminamos por ser. Nuestro mundo es demasiado irrelevante entre los mundos que en el Universo son; nuestro tiempo apenas si alcanza la fracción infinita de un cuarto de segundo cualquiera, en relación con el Tiempo en el que aún no hemos acabado de situarnos.

Recuerdo y pienso a menudo en “el diminuto punto azul” al que se refirió Carl Sagan. Un inapreciable granito de comino en las inmensidad de un fantástico guiso de chocos. Apenas se distinguía en la foto tomada por el “Voyager 1”, a seis mil millones de kilómetros más allá de nuestro planeta, azul. Era el planeta Tierra, aquel diminuto punto, nuestro mundo … En ese espacio menos que inapreciable, del todo irrelevante entre los miles de millones que apenas si ocupan una muy pequeña parte del espacio desconocido, estamos, vivimos, amamos, nos peleamos y morimos los humanos.

Algo, que llevamos impreso en nuestro ADN, nos inclina a pensar que somos mucho más de lo que en realidad debemos ser. Cierto es que unos cultivan esta sensación, mientras otros, los menos, intentan desprenderse de esa, sin duda errónea, percepción. Lo cierto es que pasamos por nuestras vidas casi convencidos de que alguien, o muchos, o la vida misma, nos debe algo, y no es así. No sólo es que no es así, es que somos nosotros, cada uno de nosotros, los que le debemos a la vida que nos haya invitado a su “convite”. Mejor nos iría si en lugar de reclamar nos planteásemos agradecer.

Y en medio de este intrascendente gazpacho veraniego, en pleno mes de Agosto, cuando las mentes debieran adormecerse y refugiarse entre las páginas de un libro; relajarse los cuerpos, tendidos al calor del sol y al solaz del refresco de la brisa marina; no me queda otra que continuar acomodando lo que acomodo no tiene, pero que de acomodarse ha.

Que nadie culpe a Sánchez -no creo necesario detallar que me refiero al último presidente de gobierno, pero me resulta muy desagradable “aproximarme” a él tratándolo desde el “Pedro”-, será responsable de lo que decida y haga, por supuesto, en los años que le queden en el puesto del que nunca se va a querer marchar, pero culpable no. Los culpables, y responsables también, son, y lo serán, esos no sé cuántos millones de personas que lo han votado, sin que yo, pueda haberlo llegado a comprenderlo, de verdad que no.

Ya leo, aunque voy a dejar de hacerlo, como se echan las manos a la cabeza: “está en Marruecos …”, “se reunirá el 12 de Septiembre con el delincuente prófugo Carlitos Puigdemont …”, “ ya tiene el voto de los bilduetarras para su investidura …”, “ha vuelto a sacar el Falcón para ir a mear …”, “va a echar mano de las pensiones parar sostener el desmesurado gasto …”, “el pan está por las nubes … y la leche … y los tomates … y la luz y el gas y la gasolina”, “en este país no se puede ser autónomo”, “la Seguridad Social está en quiebra …”, “la sanidad pública no funciona, no hay médicos ni enfermeros suficientes…”, “las carreteras están hechas una porquería, hay que pagar peaje hasta en las autovías …”,”la Deuda Pública es insostenible, van a venir “los de negro” de

Bruselas, nos van a intervenir …”, “el aumento del paro es incontenible, no hay trabajo …”, “el precio de la vivienda es inalcanzable, no llego a fin de mes …”, “la inseguridad en las calles es insoportable, cada vez más agresiones, robos, secuestros, extorsiones …”, “los impuestos se llevan más de la mitad de lo que gano, no puedo vivir …”, “España no pinta nada en el panorama internacional, somos dos ceros … a la izquierda”, “los violadores y pederastas campan a sus anchas, entran por una puerta y salen por la otra … ¡están encantados!”, “no hay libertad de prensa, te marcan, te persiguen, te hacen la vida imposible …”, “golpistas de todo el planeta han cambiado su residencia a España, aquí no hay delito de sedición ni lo habrá por rebelión …”“dicen que los corruptos han fundado una asociación con sede en España, les han dado beneficios fiscales …”, y así casi todo. Y no, ya no vale echarse las manos a la cabeza ni sorprenderse ni menos escandalizarnos o cabrearnos. Antes pudo engañar a muchos, ahora no va a engañar a nadie, todos sabemos cómo es, cual es su política, cómo actúa, que grado de sinceridad alcanza, si es o no de fiar, etc.. Pero no sé cuántos millones de españoles, sin que yo haya podido entenderlo aún, le han dado su confianza, han legitimado sus bellacas fechorías y lo han hecho más fuerte, más engreído, más déspota y mucho más insoportable. Ahora sí puede jactarse, y no duden que lo hará, de lo que vergüenza merecería, ahora sí podrá callar bocas que antes no podía, ahora, sí … No me vengan con monsergas, ahora ya no.

Con honestidad, además de frustrado y contrariado, estoy decepcionado. Los que tenemos la oportunidad de escribir, hablar o comunicar a través de los medios de información, muchos de nosotros nos hemos preocupado en denunciar las tropelías cometidas por Sánchez, hemos puesto al descubierto sus deslealtades, engaños y traiciones, hemos dejado en evidencia sus hipocresías, prepotencias y falsedades; pero no ha servido.

A las elecciones se presentan para conseguir la opción de gobernar; ganar, si no se puede gobernar, es una derrota; le pueden poner los adjetivos calificativos que gusten, pero es un fracaso, o sea: una derrota.

Visto lo visto, ¿por qué Feijoo no presenta su dimisión? Nosotros, los que transmitimos lo que pensamos con la vana esperanza de que algún alma perdida eche amarras al pantalán desde el que aguardamos, tal vez deberíamos, también, cambiar el estoque “de matar” por versos que nos saquen de la mentira.

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