Francisco Bejarano

La vida difícil

HABLANDO EN EL DESIERTO

12 de enero 2010 - 01:00

LA lluvia, el frío y el viento, todos juntos, hacen la vida más difícil. Cuando vienen por separado nos defendemos mejor. Nada más levantarnos, con buen ánimo casi siempre, empezamos la lectura de los periódicos y, entonces, la dificultad de seguir adelante con ánimo predispuesto va perdiendo fuerza. No sé si la idea de Borges de que debería haber un periódico cada quince días es acertada. Quizá sí. Tendríamos dos semanas de reposo de las noticias que nos presentan un mundo revuelto, agresivo, con guerras pequeñas y amenazas de guerra grande. Los paraísos occidentales de la igualdad y la tolerancia, las leyes de la bondad y el no llamar a las cosas por su nombre para dar tranquilidad a la población no durarán mucho. Repasando la Historia, nunca duraron demasiado. Parece que hemos vuelto a la niñez sin los privilegios de los niños, cuando las personas mayores no hablaban delante de nosotros de los asuntos que les preocupaban y las hacían sufrir.

Las misiones de paz han resultado ser de guerra, como cualquier persona de medianas luces sabía, pero al llamarlas 'de paz' seguíamos la táctica del avestruz, que algún consuelo da. En Egipto asesinan a cristianos coptos a la salida de una misa. Los pobres coptos, que no tienen donde caerse muertos, y mantienen su religión a cambio de ser egipcios de baja categoría, están casi en las catacumbas. En Indonesia o en Malasia, en Paquistán y en Nigeria, cristianos y musulmanes, y musulmanes entre sí, se enfrentan en luchas callejeras, hay quema de iglesias y, cuando pueden, matanzas. Un obispo caldeo es asesinado y la iglesia caldea, de las más antiguas de la cristiandad, se disgrega, emigra y huye de la persecución. Es cierto que las noticias de los periódicos, al ser abstracciones de una realidad mucho mayor, parecen más importantes, pero no menos graves, porque las violencias y los odios suelen ir a más.

No parece que ocurra nada peligroso en el mundo desde nuestra atalaya. Apenas hay comentarios y ninguna protesta. Secuestran españoles y no se llama a los embajadores a consultas. La isla paradisíaca donde parecemos vivir pierde estabilidad y se resquebraja porque ya hemos empezado a no creer en nuestro Gobierno ni cuando dice la verdad. Nos molesta que los periódicos extranjeros ridiculicen a nuestros gobernantes, porque su ridículo es también nuestro, que se rían de nuestro país segregándose en naciones folclóricas imposibles, y que se nos quiera hacer creer que vivimos en el mejor de los países posibles porque una izquierda redentora nos ha traído la igualdad y la bondad, la justicia del cielo en la tierra y ha sumado derechos, que no lo son, a los que ya teníamos, y restado deberes. Uno piensa que vive en un mundo malo que acabará peor, pero tal vez sin leer periódicos y apartado del mundo se lograra la dicha humana posible.

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