Tribuna Libre

Pedro Carabante Medina

¡Viva Paña y Jeré!

Me quedo perplejo ante el aluvión de críticas que, en estos días, ha originado el programa “Lazos de Sangre” –con tomate, diría yo- ofrecido por la primera cadena de Televisión Española y dedicado al gran maestro de la guitarra, Paco de Lucía.

Un insulto a la inteligencia. Y es que la cosa, verdaderamente, tuvo tomate. Mi perplejidad se debe a que, al parecer, todavía no nos hemos dado cuenta o no queremos darnos cuenta de la deriva suicida que ha tomado este país en todo lo referente a la cultura.

Esto que vemos a diario en nuestras teles, es la normalidad de un sistema fracasado y caduco. Qué esperábamos. Vivimos en plena crisis de valores. Cada vez más acentuada.

Tengo que reconocer que cuando contemplé el cuadro de actores que intervenían en el programa acompañando al Boris Izaguirre para comentar la vida del genio de Algeciras, apagué el televisor para evitar arrojar el mando contra la pantalla y que encima me costara el dinero la fiestecita.

Por lo tanto, me auto-indulté y no sufrí esos momentos de vergüenza ajena que en los juicios dirigidos al bodrio televisivo se describen en medios de comunicación y redes sociales.

Pues nada, queridos sufridores, este es el tratamiento que se le da en nuestra querida España a los personajes más ilustres. Sin anestesia ni nada. Espectáculo bochornoso, que obligaría a los responsables a pedir perdón públicamente a los familiares del genio de Algeciras y a los millones de admiradores que en el mundo disfrutamos con el legado musical que nos dejó el hijo de la portuguesa.

No alcanzo a comprender cómo El Farru, bailaor sevillano que colaboró con el maestro en diferentes ocasiones y el único del elenco que podía aportar algo interesante a la charlita, tuvo la osadía de tomar parte en un atropello de tamaño calibre.

A los demás componentes del coro que daba cobertura al presentador venezolano con licencia para opinar sobre la vida y obra del gran guitarrista sin tener ni puñetera idea, no merece la pena mencionarlos. ¡Qué cara más dura!

Dicen que por dinero baila el perro. Quizás. Todo es consecuencia del enfangamiento cultural en el que vive permanentemente atrapado este reino. Son audiencias cada vez más numerosas las que siguen estos programas basura que suelen sustentarse de los cuernos que fulanita le pone a menganito y viceversa y del critiqueo barriobajero que a nadie debería interesar.

Es la misma multitud que cuando llegan unas elecciones votan, y como son mayoría tenemos que tragar por narices con la abultada morralla política que abarrota ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno central. Y a vivir que son dos días. ¡Viva Paña!

También me quedo anonadado cuando escucho a un representante de la política local decir que Jerez, por encima de todo, es una ciudad turística. Cuando nuestra ciudad siempre fue ejemplar por mantener una industria diversa, que es la que proporciona estabilidad en el empleo y la economía. Qué pena.

Continúan poniendo todos los huevos en el mismo canasto. ¡Lo más fácil! No hay escarmiento. Siguen erre que erre. La burra al trigo. La otra industria que se vaya al carajo. Para qué vamos a complicarnos.

A los chavales lo que hay que enseñarles desde chiquititos es, por si en un futuro lo permite el virus de turno, a servir con maestría y habilidad bebidas y tapitas, que para eso cada vez se inauguran más bares y tabancos en nuestra ciudad.

El ayuntamiento, desde urbanismo, parece no tener ningún problema de conciencia al proporcionar licencias de obras a fondos de inversión inmobiliaria. Esos que solo persiguen un rápido beneficio económico. Para muestra, un botón: Plaza Madre de Dios, Edificio Sherry.

Se trata de una comunidad compuesta por noventa y dos viviendas, donde se proyectó un espacio en la primera planta destinado a la ubicación de dos oficinas. Ahora, sin tantear siquiera la opinión de los vecinos, van, le dan un cambiazo técnico a los papeles y transforman lo que eran oficinas en apartamentos de alquiler turísticos. Once miniapartamentos. ¡Once! Como cajas de cerillas. La comunidad que se joda.

Nadie se responsabiliza del problema de convivencia que va a suponer este cambio de utilidad para las familias que desde hace más de veinte años habitan el inmueble. La ley lo permite. Esas pamplinas de si es justo o no, es cosa de gilipollas.

Con la licencia de obra concedida por el ayuntamiento en la mano y tramitada a toda prisa, entraron los nuevos promotores en el edificio como el caballo de Atila, derribando muros comunitarios. Ante la petición de audiencia con la alcaldesa para aclarar el tema, pasan los días, las semanas, los meses y la callada por respuesta.

Ejemplo claro de cómo nuestro consistorio colabora y escucha con interés las demandas de la vecindad. ¡Enhorabuena, doña Mamen! Para colmo, hay un concejal de los punteros que dice que estas prácticas contribuyen a fomentar la economía de la ciudad. Yo le propongo que se interese por los cuatro bloques fantasmas que autorizaron construir sus colegas junto a la ermita de Guía, en Cuatro Caminos, destruyendo el entorno y causando un impacto visual verdaderamente horroroso en la misma entrada a Jerez.

Allí se pueden “jartá” de fomentar la economía y de paso darle vida comercial a aquella zona del extrarradio. Desde luego, cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue. Pero claro, al final no son tan tontos como parecen, ellos comen de la olla gorda, mientras nosotros, con nuestro esfuerzo diario, ponemos el condumio.

Entre tanto, hacen y deshacen trayéndoles al pairo los perjuicios que ocasionan en el bienestar de la ciudadanía. No seamos ilusos, así pinta el panorama, tanto a escala nacional como local. Por desgracia. Que Dios nos coja con los papeles en regla. ¡Viva Paña y Jeré!

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